OPINIÓN: Teorías, dogmas y realidades

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Manuel Hinds / Foto Por Archivo

Por Manuel Hinds

2021-03-25 5:55:26

El tiempo está pasando y ya es hora de que la sociedad civil y los partidos de oposición comiencen a prepararse para las elecciones de 2024. La preparación requiere la realización de muchas tareas, pero hay una que es fundamental.

Tienen que liberarse del deseo paralizante de copiar al presidente. Los líderes políticos exitosos tienden a generar la idea de que para triunfar hay que ser como ellos. La gente de la oposición, al preguntarse quien podría llevarla al triunfo, automáticamente busca a alguien parecido al presidente. Esta idea, aunque no sea cierta, beneficia grandemente al presidente porque, además de hacerlo ver invencible, pone obstáculos a lideres que, por ser diferentes, podrían explotar a su favor las debilidades del presidente. Además, para tener a otro igual que el presidente, ¿para qué cambiarlo? Es una idea falsa y los partidos políticos y la sociedad civil deben descartarla.

La idea es parte de una serie de teorías que predicen que las siguientes elecciones, y las siguientes, y las siguientes, y así hasta lo que parece ser un infinito, las ganarán el presidente y Nuevas Ideas. Estas teorías pretenden ser tan sólidas e innegables que ya parecen dogmas acomodados a la estructura de culto a la personalidad que algunos quieren formar alrededor del presidente.

Estos dogmas incluyen los siguientes. Primero, que el presidente es el único político que puede comunicar con el pueblo y que lo hace por características personales que sólo él, o alguien igual que él, puede tener. Segundo, que la clave para mantener esta comunicación con el pueblo, además de su personalidad inimitable, está en el dominio de las redes sociales, que sólo él puede tener porque requiere de un ejército de troles que sólo el gobierno puede pagar.

Tercero, que, aunque es cierto que él y su gobierno son sumamente incompetentes, eso no importa porque a la gente no le importa nada más que tenerlo a él en el poder, en una versión moderna de “con Duarte aunque no me harte”.

Por eso mismo dicen que no vale la pena que los partidos políticos desarrollen una visión de país ni la comuniquen al pueblo. Lo que hay que buscar es otro presidente Bukele, pero, dicen ellos, “de nuestro lado”.

Es sorprendente que las mismas personas que sostienen estos dogmas sostenían otros muy distintos hace unos tres años. Primero, que nadie podía ganar una elección presidencial si no iba por ARENA o el FMLN. Segundo, que nadie podía ganar una elección presidencial si no hacía una campaña territorial. Tercero, que el pueblo no quería más confrontaciones, de modo que si alguien quería ser electo a cualquier puesto no debía contradecir a nadie.

Contradiciendo todos estos dogmas, el presidente ganó las elecciones de 2019 aunque no corrió ni por ARENA ni por el FMLN, aunque no hizo campaña territorial, y aunque es uno de los dos políticos más confrontativos que ha tenido el país, el otro siendo Mauricio Funes, que también ganó la presidencia inyectando odio a diestra y siniestra.

A finales de los Ochenta cayeron otros dogmas, incluyendo que la derecha nunca iba a volver a ganar la presidencia porque la Unión Soviética iba ganando la Guerra Fría y el mundo entero iba hacia la izquierda, y que para ser presidente un líder tenía que tener un carisma populachero como el de Napoleón Duarte.

Pero estos dogmas no pudieron evitar que sólo cinco años después la Democracia Cristiana perdiera el poder a manos de un partido de derecha, liderado por un presidente que no podía ser más distinto que Duarte, electo porque ofreció un gobierno más competente que el demócrata cristiano, y porque sustanció su promesa con planes muy bien hechos. Así, en contra de todos los dogmas de este y ese momento, el pueblo prefirió la competencia al carisma populachero.

Así pues, los partidos tienen que comprender que en política nada está escrito en piedra, y que, como todo en la vida, las cosas son como son hasta que dejan de serlo. El triunfo no vendrá de copiar a otros ni de seguir dogmas, sino de la autenticidad en la búsqueda del desarrollo del país. Aunque no parezca, eso es lo que el pueblo ha buscado. No hay duda de que lo seguirá buscando sin encontrarlo al final de este período presidencial. Ese será el momento de la oposición bien organizada y honesta.

Máster en Economía

Northwestern University