Los olvidados maestros del INFRAMEN de 1950-1960

Hasta donde se sabe, ninguna institución gubernamental, no se diga el Ministerio de Educación que sería el más indicado, ha promovido un homenaje a estos distinguidos mentores que han desaparecido en su mayoría y sólo sobreviven sus descendientes. El Salvador todavía está en deuda con este grupo de sacrificados orientadores

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Paolo Lüers

Por Rodolfo Chang Peña

2020-06-20 5:44:30

No llegan al medio centenar los ilustres profesores del Instituto Nacional General Francisco Menéndez que por aquellos años también laboraban en otros planteles como la Escuela Normal España, Instituto Central de Señoritas (que posteriormente cambió de nombre), Colegio García Flamenco, Escuela Militar y otras instituciones, de tal manera que forjaron las bases de al menos el 75% de los profesionales salvadoreños que en la actualidad pasan de los sesenta y más que todo setenta, que tanto han aportado al desarrollo del país.
Hasta donde se sabe, ninguna institución gubernamental, no se diga el Ministerio de Educación que sería el más indicado, ha promovido un homenaje a estos distinguidos mentores que han desaparecido en su mayoría y sólo sobreviven sus descendientes. El Salvador todavía está en deuda con este grupo de sacrificados orientadores que no escatimaron esfuerzos por cumplir más allá del deber aún con limitaciones y restricciones de toda índole, que únicamente se compensa con su invaluable legado que perdurará para siempre.
En 1952 era director del Instituto Don Gustavo Adolfo Ríos, que impartía las cátedras de Psicología y Lógica a quintos cursos cuyas aulas estaban en la segunda planta del edificio que ahora ocupa la Alcaldía de San Salvador. Vestía impecable, un bien cuidado corte de pelo, afeitado al ras (Ahora se estila pelambre en la cara), de mirar profundo que hablaba más con los silencios que con las palabras. El cargo de subdirector lo desempeñaba Don Tarquino Argueta, el maestro de la voz de seda, piel morena clara y cabello ensortijado. Meticuloso, detallista y puntual acostumbraba esperar a los estudiantes en la entrada desde las 6:30 a.m. vigilando celosamente que las insignias y hebillas del cinturón estuvieran relucientes, corbata de color negro bien anudada y centrada, cinturón debidamente colocado y zapatos limpios y lustrosos.
Insignes educadoras fueron la diligente y dedicada María Luisa Chavarría (Geografía), talentosa y brillante Dolores Romero (Biología y Caligrafía), gentil y noble Lavinia de Flores (Idioma Inglés), juiciosa y elegante Antonia Artiga (Biología), ilustrada y amable Eva Alcaine de Palomo (Literatura), jovial y distinguida Ana Leticia Miranda (Idioma Inglés) y refinada y enérgica Dra. Mercedes Martínez (Química General).
También dejaron profunda huella los eméritos docentes Dr. Alberto Barriere (Constitución), Dr. Alberto Rivas Bonilla (Biología), Dr. Ramón Machado (Química Orgánica), Dr. Manuel Vidal (Biología e Historia), Gonzalo Hernández (Álgebra, Geometría e Inspector), Prof. Jandres (Idioma Inglés), Prof. Bautista (Inspector), Salvador Vanegas (Música e Inspector), Fernando Fuentes (Álgebra e Inspector), Víctor Manuel Hernández (Historia e Inspector), Gustavo Urrutia (Física), José Solano (Música e Inspector), Prof. Méndez (Inspector), Gonzalo Vega (Música), Pablo Hernández (Idioma Inglés), Rodolfo Meyer (Geografía), José María Fernández (Geografía), Joaquín Parada (Anatomía Humana), Salvador Camposvalle (Idioma Francés), Eduardo Vides (Idioma Francés), Max Romualdo (Álgebra e Historia), Trinidad Laínez (Castellano) y Marcial González (Castellano).
Jorge Vanegas (Química General), Alejandro Bellegarige (Álgebra, Cosmografía y Trigonometría), Rigoberto Solano (Geografía, Música e Inspector), Don Chavito (Dibujo), Lisandro Argueta (Constitución), Humberto Perla (Constitución), Prof. Rodríguez Marino (Física), Tránsito Pérez (Historia y Geografía), Jaime Imbers (Álgebra y Geometría) y Alfredo Zepeda (Matemáticas). La mayoría laboraba en horario diurno de 7:00 a.m. a 12:00 m y de 2:00 a 5:00 p.m. y buena parte lo hacía en horario nocturno de 6:00 a 9:00 p.m.
Los profesores tenían características y estilos muy propios para enseñar, evaluar y mantener la disciplina; no obstante, tenían aspectos comunes entre los que sobresalían la puntualidad en el inicio y finalización de la hora de clase, uso de indumentaria formal, ajustarse estrictamente al programa de la asignatura, exigencia diaria al estudiante, predicar con el ejemplo en el uso del idioma, lealtad a las ciencias y práctica de valores, finalmente, docencia laica es decir ajena a todo tipo de corriente religiosa.
Los estudiantes tenían sus mentores preferidos; entre ellos estaban Tránsito Pérez, Trinidad Laínez, Rodolfo Meyer y los doctores Manuel Vidal y Ramón Machado. Otros más temidos que queridos eran por ejemplo el Prof. Rodríguez Marino por su habitual forma de evaluar e imponer disciplina, Eduardo Vides por su carácter volátil y Alfredo Zepeda por su entusiasmo para poner ceros. Entre los Inspectores brillaba Gonzalo Hernández; también se desempeñó como subdirector y maestro de asignaturas; infundía pánico y zozobra cuando llegaba raudo a la escena donde había ocurrido algún desorden; su rostro, como esculpido en piedra, era presagio de que uno, varios o todo el grupo de estudiantes serían severamente sancionados.

Médico.