Los símbolos destruidos de los acuerdos de paz

No se construye algo solamente para que alguien que no estaba en ese entonces venga y lo destruya porque no comparte ese momento histórico o porque quiere crear su propio imaginario colectivo. Dejando de conmemorar las fechas no se borra la memoria.

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Foto Gerardo Orellana

Por Fátima Ortiz

2022-01-12 3:58:29

Se dice que los gobernantes en turno dejan monumentos, carreteras, edificios, cemento, pues, construidos durante su mandato para que con el paso del tiempo puedan ser recordados, cuando las nuevas generaciones pasen por ahí y sus padres les digan que tal presidente lo construyó. Esta es una de sus mayores aspiraciones, ser recordados.

Esta semana celebramos 30 años de la firma de los Acuerdos de Paz en el país, donde se inició una era nueva en El Salvador. Dos generaciones han conocido este país sin guerra civil, sin un sistema autoritario excluyente. Si bien es cierto, la paz y la democracia no han sido perfectas, pero en la actual época desde el 2019 hemos retrocedido más que esos 30 años.

La actual administración, además de destruir símbolos, está creando otros que más que llevar el camino hacia la democracia, lo aleja. Se están perdiendo la oportunidad que se les recuerde como constructores de un mejor país, de paz, de democracia; al contrario, en los libros de historia serán recordados como los creadores de ruinas, de odio, de división.

Con la firma de los Acuerdos de Paz se crearon varias instituciones, verdaderos símbolos, por lo menos en el papel, del espíritu de esos Acuerdos entre los dos bandos de la guerra: la Policía Nacional Civil, Academia Nacional de Seguridad Pública, Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos, Organismo de Inteligencia del Estado, Tribunal Supremo Electoral, por ejemplo, que no existían antes de 1992, instituciones que hoy en día están llegando casi a las ruinas con la toma del Estado por el Ejecutivo.

Se dieron cambios importantes como que el Ejército, Seguridad Pública e Inteligencia del Estado podía y debía estar en manos de civiles y no de militares, a partir de los graves señalamientos de vulneraciones a los derechos humanos cometidos por estos durante los años que el país estuvo en guerra.

Estos cambios institucionales, entre otros, debían ser honrados y cumplidos por muchas generaciones en el país, no ser destruidos. No se construye algo solamente para que alguien que no estaba en ese entonces venga y lo destruya porque no comparte ese momento histórico o porque quiere crear su propio imaginario colectivo. Dejando de conmemorar las fechas no se borra la memoria. Si la historia no se conoce, se repite.

Conmemorar los Acuerdos de Paz cada 16 de enero es recordar que dos bandos contrapuestos en el país salieron de la aberración de la guerra que cobró más de 70,000 vidas; es conmemorar que podemos dialogar francamente, que podemos ceder en nuestra posición en pro del bien común, que el mayor ganador es la población que deja de morir, sufrir y que es capaz de desarrollarse en paz y democracia.

Estar en Democracia no solamente es asistir a elecciones, esto es parte importante pero no lo único. El pueblo pone, el pueblo quita, el pueblo es sabio y no olvida. Democracia es elegir libremente a quienes nos gobiernan, controlar su poder que no es ilimitado y ejercer derechos humanos libremente.

Conmemoramos el 16 de enero la firma de los Acuerdos de Paz porque creemos que la Democracia es el camino, que el Estado de Derecho debe defenderse y en memoria de todas las personas que ofrendaron su vida para que podamos vivir la libertad.

Abogada y defensora de los Derechos Humanos.