Grande

Hemos recordado a Rutilio, no sólo por la grata noticia de su pronta y merecida beatificación, sino también por el ilegal arresto de Mario Gómez. Hay más de 40 años de diferencia entre esos dos hechos, pero cómo se están pareciendo las circunstancias que los rodean.

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Vigilante privado de agencia contratada para cuidar empresa. Foto EDH / Archivo

Por Jorge A. Castrillo H.

2021-09-10 10:20:09

Se dice de lo que tiene un tamaño superior al que se considera normal. También de aquello que es especialmente intenso o perceptible. “¡Grande Herbert!” es la frase con que R. Ruud cierra uno de los artículos dedicados a nuestro pesista paralímpico Herbert Aceituno, quien consiguió la única medalla que el país ha logrado en una competencia como esa. Enternece escuchar al ahora embajador de buena voluntad Aceituno dedicar su medalla a su difunto padre, quien en compañía de su madre han sido sus incondicionales desde hace años, tanto como desde que estaba en el vientre materno. “La primera medalla a nivel mundial” prefieren reportar los periodistas, creo que por aquello de que “no hay primera sin segunda”. ¡Viva la esperanza! Felicitaciones a esa familia.
Grande también será de ahora en adelante el tenista sonsonateco Marcelo Arévalo, a quien veremos disputando este fin de semana la final del US OPEN, uno de los Grand Slam 2021. Excelso si gana; bien, aunque pierda. Él ya es, por propios méritos, un grande del deporte nacional. De nuevo, “la primera vez que un salvadoreño llega a una final de esta importancia” reportan los periódicos.
Salvadoreño grande también: Jorge Jiménez campeón mundial en tiro con arco compuesto en Dubai 2007. Con la innegable ventaja de llevar ese nombre desde pequeño, Jorge es una persona íntegra, a quien nunca se le subió ser el mejor tirador con arco de todo el mundo. “Tomé consciencia que era un modelo y empecé a ver cómo mi ejemplo les servía (a sus alumnos) para manejarse bien no solo en la parte deportiva, sino como personas. Siempre me cuidé que nunca se hablara mal de mí, nunca se vio una noticia ‘el campeón de tiro con arco fue visto borracho en tal lado’, y en los 20 años de carrera nunca, ni salir dopado o algún escándalo”. No cualquiera puede decir eso. Medalla de oro a ese gran campeón.
Otro salvadoreño que lo fue, literalmente, desde su nacimiento fue Rutilio. Alto, delgado, piel morena (habría querido poner cetrina, pero mi memoria no me es tan fiel), cabello entrecano que, al contrastar con su piel, hacía ver su cabeza blanca y grande. De andar pausado, movimientos lentos, voz monótona, muy suave. Será beato en enero del año próximo, lo que no obsta para que confesemos que sus clases eran bastante aburridas y cansadas. Nunca fue rector, como mal consigna alguna historia que se lee por ahí. Prefecto de secundaria sí, y lo sufrió mucho, como me dijo alguien que conversó frecuentemente con él mientras duró su paso por el colegio. La mayoría de nosotros lo recuerda por sus prolongadas y solitarias caminatas en los pasillos del colegio. Con su altura, era imposible no seguirlo con la mirada mientras caminaba –seguramente rezando- en el tercer piso al tiempo que daba vueltas y vueltas interminables en aquel querido edificio.
“Con esto de la beatificación del P. Grande, recordó recientemente un memorioso compañero, me vengo a dar cuenta de que nuestro futuro Beato influyó de manera muy decisiva en el éxito de nuestro equipo de futbol, campeón de muchos torneos estudiantiles. Allá por el año de 1972, nuestro coordinador quería castigar grave y justamente a un grupo de alumnos entre los que estábamos C... y su servidor, por haber colaborado con la desaparición de un par de botellas de vino de consagrar de la sacristía de la iglesia. Nosotros fuimos sólo vigías, no tan buenos, porque a los pillos los agarraron en flagrancia. El padre coordinador sospechaba que en el acto habían colaborado más alumnos y por una semana trató, sin ningún resultado, de sacarle a los detenidos los nombres de los colaboradores… Al final, en solidaridad con los acusados, nos presentamos todos los miembros de la banda, éramos 6 los truhanes, ante el prefecto, que por entonces lo era el P. Grande. Como justo juez, al final de las exposiciones, preguntó al coordinador cuánto costaba una botella de vino de consagrar. Nos impuso la pena de 37 centavos por cabeza para reponer las 2 botellas y nos mandó de vuelta a clase ante la furia del sacerdote que nos había cogido con las manos en la masa, quien solicitaba la expulsión inmediata del colegio. De haber ganado el acusador, habría cambiado el balance del poder futbolístico del Pericos a favor de los Leones...”, terminaba el recuerdo. Fue la acción más deportiva que recordamos de Rutilio sus entonces alumnos.
Rutilio Grande fue acribillado años después de aquella anécdota en su camino para celebrar la misa en Aguilares, su pueblo natal donde era altamente apreciado por los feligreses, como excepción a la frase de “nadie es profeta en su tierra”. Hemos recordado a Rutilio, no sólo por la grata noticia de su pronta y merecida beatificación, sino también por el ilegal arresto de Mario Gómez. “El experto fue detenido sin una orden de captura y llevado a una delegación de la Policía Nacional Civil (PNC) en San Salvador”, según la noticia que dio la vuelta al mundo. Hay más de 40 años de diferencia entre esos dos hechos, pero cómo se están pareciendo las circunstancias que los rodean.

Psicólogo/psicastrillo@gmail.com