La resistencia puede ser más grande

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El 3 de mayo, los periodistas fueron limitados al pasillo que conecta el Salón Azul con las oficinas administrativas y de grupos parlamentarios. Foto EDH/ Yessica Hompanera

Por Nelson Bonilla

2021-05-03 10:11:10

El día 1 de mayo de 2021, ocurrió un hecho inaudito en El Salvador y, aunque parezca extraño, con muchos precedentes históricos. El Órgano Judicial y parte del Ministerio Público fueron tomados por un hombre que, hace menos de 10 años, no significaba nada en la política salvadoreña y ahora tiene el poder absoluto de todas las instituciones, irrespetando el debido proceso y utilizando fraudes de ley y de la misma Constitución. Estamos en tiempos oscuros y, lastimosamente, la historia ya nos ha enseñado lo que se avecina.

La academia, miembros de la carrera judicial, estudiantes de distintas humanidades y la sociedad civil tenemos temor por lo que está por venir. No se trata de una medicina amarga, sino más bien de un veneno mortal que silenciará a los más débiles de carácter y podrá doblegar hasta al más intrépido ciudadano. Sé que ahora parece no haber esperanza, que se aproxima un régimen donde la libertad de expresión ya no tendrá el mismo significado, donde la rendición de cuentas será sólo una quimera y la dignidad humana será respetada en tanto se esté a favor del gobierno y este tenga los recursos necesarios para mantener sus temeridades, es decir, por un tiempo limitado.

A pesar de todo lo anterior, también hemos leído y observado que, hasta los imperios más grandes e inexpugnables, pueden caer. En vista de ello, hago un enérgico llamado a toda la oposición y a los ciudadanos comprometidos con el Estado de Derecho e Institucionalidad del país a que resistan todos los ataques que recibirán por discrepar con el pensamiento del oficialismo, que no tengan miedo de presionar al aparataje estatal para que rindan cuentas y que luchen por un país más justo sin populistas y demagogos que, aprovechándose de un pueblo resentido con los gobernantes del pasado, lograron que le brindaran el poder a un hombre plagado de corrupción en su más amplio significado.

Y, a todos aquellos sujetos pasivos de la historia, que como dijo un buen amigo, son buenos ciudadanos, trabajadores, honrados y honestos, pero que no se interesan en la política, es necesario que reflexionen, que elijan un bando en la historia que será engendrada en nuestro país y sean valientes. No se trata solamente de sobrevivir o evitar el escarnio público; piensen que este país es su hogar, el de su familia y personas que tanto aman, y que todas las libertades que con tanto sacrificio se han construido están en juego.

¿Qué es lo mejor? Es muy difícil definirlo, pero sé con certeza que lo que estamos viviendo ahora no lo es en absoluto. Las instituciones han sido burladas y han acusado de partidarios a los funcionarios que las dirigían porque fueron elegidos por los partidos tradicionales; sin embargo, ocurrió lo mismo en esta ocasión. Aunque los nuevos diputados lo quieran disfrazar, ellos obedecerán al partido o persona que les brindó el cargo, no al “pueblo” como lo mencionan, como si fuera un eufemismo barato.

La corrupción se mantiene y los golpistas llamados “magistrados”, con mucha ignorancia, forman parte del sistema corrupto que quieren depurar. No se engañen, ellos ya han estado ahí antes. Uno de ellos no iba a volver a ser electo, así lo había decidido el Consejo Nacional de La Judicatura, porque no cumplía los requisitos mínimos para una reelección. Del mismo modo, algunos han sido acusados de tener relaciones muy cercanas con personalidades que ya se encuentran en la cárcel o son delincuentes, mientras otros tienen indicios de enriquecimiento ilícito; quedándole una de estas botas también al fiscal usurpador.

Entonces, las instituciones no están cambiando para bien, o no para el bien del pueblo. Oposición y sujetos pasivos de la historia, en nosotros está el freno al poder de un hombre ambicioso y corrupto. Salvadoreños y salvadoreñas todos queremos ver a nuestro país crecer, un cese definitivo en la violencia, acceso a salud gratuita y de calidad, educación para todos, empleos dignos, nula corrupción, entre otras racionales peticiones, pero también queremos preservar nuestra libertad de expresión, vivir con dignidad humana y que todos seamos tratados por igual, aunque pensemos distinto. Este no es el camino y ojalá, cuando lo entiendan, no sea muy tarde y nuevamente cueste la sangre de muchas personas.

Estudiante de Cuarto Año de Ciencias Jurídicas Miembro del Club de Opinión Política Estudiantil (COPE)