Asilo Sara, reflejo del fracaso

Debe esta cita bíblica hacerlos recapacitar y entender que más temprano que tarde la justicia divina caerá sobre quienes decidieron: “Pues no hay nada oculto que no haya de ser manifestado, ni secreto que no haya de ser conocido y salga a la luz”.

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Dos ciudadanos caminaban el 14 de junio en Santa Tecla, luego de la cuarentena obligatoria por COVID-19 que paralizó el país. Foto: Yessica Hompanera

Por Ricardo Lara

2020-07-03 7:41:32

No somos Ruanda. No somos población Tutsi, ni somos el gobierno hegemónico Hutu. Somos El Salvador, donde tristemente se manipularon cifras del número de personas contagiadas y muchas fallecidas por #COVID_19 para querer dar la impresión de que la pandemia se había manejado  de la mejor forma, como tristemente se quiso vender la imagen de un hospital de Primer Mundo en un país de Tercer Mundo gobernado por personas con mentalidad de marketing. Esto que ha sucedido es algo tremendo, un país en el que se esconde la verdad y poco a poco la verdad resurge.

Lo anteriormente descrito es de por sí un mandamiento para que la Fiscalía General de la República investigue y que se deduzcan las responsabilidades sobre los manipuladores de la información, pues al negar el número de muertos e infectados se perdió toda forma de controlar a los contagios. En Italia, el número de muertos superó los cien médicos fallecidos y poco nos falta para alcanzarlos, pues el contagio del personal de salud no demuestra el conocimiento ni el heroísmo sino el pésimo manejo y equipo asignado al personal de salud.

Los contagios superan el centenar y día a día sufrimos la muerte de ellos; sin embargo, el principal objetivo ha sido mentir, alterar y maquillar cifras para vender una imagen totalmente falsa. Todo es una mentira que ha tenido un alto costo en vidas humanas y parece que  en vez de rectificar el camino torcido se sigue apostando a la farsa, al desprecio a la vida y al pueblo salvadoreño. Gracias a médicos éticos y valientes y algunos trabajos de investigación queda en evidencia que todo lo dicho por el ejecutivo es una mentira, casi un delito. Lea, estimado lector, las siguientes  declaraciones: “El médico infectólogo Iván Solano, miembro del Colegio Médico y del Observatorio Médico del #COVID_19, acusó al gobierno de manipular los datos de los muertos y de contagios. El miembro del Observatorio Médico asegura que la cifra de muertos por el virus, según sus conteos, llega a 729 “con un sub registro de más del 600%”. Debe el Ministerio Público investigar esto muy grave.  Tristemente desde un inicio todo ha sido una mentira.

Recientemente escribí un artículo titulado “El Memorándum”, donde queda en evidencia la alteración de datos y cómo se usó esa información para hacer creer a la población que el manejo de la pandemia era un éxito. Lamentablemente la vida humana es cualitativa y no cuantitativa.

No puedo ni imaginar los momentos de angustia vividos por los ancianos abandonados a su suerte y a la muerte. Solo en una sociedad donde lo que importa más es un voto y no una vida lo dice todo,  dejar morir a ancianos parece algo irreal. Creemos que solo se puede ver cosa semejante en una novela de Agatha Christie, pero no; lo vivido por los ancianos en sus últimos momentos es para nunca olvidar pues se tuvo la arrogancia de criticar a Italia, principalmente a Lombardía, cuando aquí con tales decisiones morían de la forma más despreciable indefensos ancianos. Por ejemplo, se dice que se decidió mantener a los adultos mayores en el área de aislamiento y no referirlos a los centros hospitalarios.

No hay palabras para describir la frustración, la impotencia y el dolor que siento al ver morir a cientos de personas, pero nuevamente El Salvador enarbola la bandera de la indolencia, la mentira y el crimen.

Debe esta cita bíblica hacerlos recapacitar y entender que más temprano que tarde la justicia divina caerá sobre quienes decidieron: “Pues no hay nada oculto que no haya de ser manifestado, ni secreto que no haya de ser conocido y salga a la luz”.

Lo anterior deja sin aliento a Mengele, “El carnicero de Auschwitz”.  Sub-registros en el número de fallecidos, ocultación de datos sobre las pruebas realizadas en albergues, personas fallecidas dentro de instalaciones bajo responsabilidad del Estado, dejar a su suerte a ancianos indefensos en el asilo Sara y personal sanitario muriendo a diario es para sentir una profunda tristeza pues queda en evidencia la incapacidad de los responsables del manejo de la pandemia.

“El indicador más ofensivo del fracaso de las medidas de bioseguridad por parte de las autoridades se refleja en cada personal de salud infectado y doblemente indignante el que ha muerto, porque gran porcentaje de culpa en ese indicador está la desatención de las autoridades de salud”.

 

Médico.