Lo que nos hizo falta escuchar en los informes del Ejecutivo

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Por Norman Quijano

2020-07-31 4:30:58

El jueves 23 de julio, acudieron a la cita establecida los ministros para rendir el informe de trabajo que, según el artículo 168 de nuestra Constitución, tienen que presentar a la Asamblea Legislativa en los dos meses siguientes a la conclusión de cada año de labores.

Más allá del espectáculo de algunos funcionarios que se resistieron en un primer momento a entregar su informe, cumpliendo con el protocolo formal del acto, creo que éramos muy pocos los que esperábamos una rendición de cuentas seria, en parte porque este gobierno asumió sin ningún plan y por la poca capacidad de gestión que le ha caracterizado.

Aun así, lo menos que podíamos esperar es que al dar el informe, los intereses partidarios se hubieran quedado en la puerta, la misma que quisieron derribar el pasado 9 de febrero y sobre lo que hasta la fecha no ha habido ninguna disculpa pública, sabiendo que con ese acto se atentó contra la institucionalidad del país y el que, como dijeron varios funcionarios, puso a El Salvador en la mira de la comunidad internacional, por ese atentado a la democracia.

Por otra parte, sin indicadores que pudieran servir de parámetro de medición de la gestión gubernamental, creo que esta hubiera sido una buena oportunidad para que los ministros establecieran una línea de base, para comenzar a medir los avances o retrocesos en el trabajo desarrollado por el Ejecutivo, especialmente para superar los efectos negativos de la realidad que vivimos. La pandemia nos coloca ante el mayor desafío que hemos tenido como nación.

Estamos frente a una crisis de la institucionalidad, de salud, fiscal y social.

En un período de casi cuatro horas escuchamos discursos salidos de las trincheras ideológicas y partidarias, los funcionarios se pararon en el podio para exculparse de los errores y responsabilizar de ellos a la Asamblea y la Corte Suprema de Justicia.

En ningún momento escuchamos una disculpa por las falencias en el manejo de la pandemia, de hecho, el cinismo fue tal que el Ministro de Salud dijo que es mentira que el personal de salud estuviera perdiendo la vida por falta de equipo. Lo decía justamente, en momentos que el Colegio Médico denunciaba los problemas en el sistema y que han cobrado la vida de más de 90 personas que estaban en la primera línea.

De Economía o Hacienda no escuchamos un plan de acción para enfrentar la pérdida de más de 65 mil empleos y la caída de la economía, calculada en 8.5 % por el Banco Central de Reserva. Por el contrario, recordaron al pleno que aún hay deuda soberana en proceso de aprobación.

De Agricultura, escuchamos sobre la distribución y la inversión en la compra de alimentos a productores extranjeros, pero nada sobre el uso de los salarios de los empleados para comprar esos insumos. No hubo una propuesta hacia los agricultores nacionales y cómo se hará frente a la crisis alimentaria que nos amenaza.

Mientras los ministros hablaban, la UCA daba a conocer su encuesta, en la que revelaba que 7 de 10 salvadoreños exige cuentas claras en el manejo de los fondos de la tragedia, precisamente cuando los medios dan a conocer, en promedio, un caso de dudoso manejo de fondos por día.

Así, hemos conocido de sobreprecios en la adquisición de insumos médicos, alimentos o en los trabajos de terracería en el Hospital El Salvador; la compra de equipos a empresas ligadas a familiares de los miembros del Ejecutivo; adquisiciones de productos médicos a compañías que se dedican a la venta de repuestos de vehículos, entre otros.

Volviendo a los discursos, si bien es cierto hay un formato establecido por nuestro Reglamento Interior para presentar estos informes, en aras de fortalecer nuestra democracia, lo vivido en la sesión plenaria debe llevarnos a la reflexión de que no debemos renunciar a la posibilidad del debate. La modalidad que se suele utilizar se está quedando corta, deberíamos aspirar a algo más sustantivo, que incluya la posibilidad de cuestionar a los ministros en el momento que rinden su informe.

Para concluir, deseo traer a la memoria las palabras del expresidente de Estados Unidos, Barak Obama, quien manifestó que “si para ganar una campaña tienes que dividir a la gente, no vas a ser capaz de gobernarla, no vas a ser capaz de unirla más adelante”. Palabras proféticas para nuestra realidad.

El Salvador enfrenta una situación muy crítica, todos debemos trabajar para superar la crisis, pero eso comienza por un llamado a la unidad desde quien se supone ostenta el principal liderazgo del país; debemos apartar los llamados al odio, especialmente a quienes disienten con nuestra posición, lo ideal es que sería prudente escucharles, posiblemente tienen mejores propuestas, necesitamos una hoja de ruta, con la responsabilidad específica de cada sector para salir adelante.