Fuerza ciudadana

Tiene que formarse una fuerza ciudadana, que se sienta con la responsabilidad y el derecho de cuidar nuestro patrimonio. Podríamos emular la iniciativa del alcalde de San Miguel, que empoderó a los migueleños a denunciar todo aquel salvaje que tirara basura en la calle o en los lugares públicos

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Agentes migratorios detienen a una persona indocumentada en Estados Unidos. Foto de Archivo.

Por Teresa Guevara de López

2019-09-28 6:03:58

¡Qué satisfacción sentimos con la reciente remodelación del Parque Cuscatlán! Uno de nuestros más bellos rincones, que antaño derrochaba belleza con la floración de los muchos árboles de maquilishuat que lo adornaban, pero que durante muchos años había caído en abandono. Este ambicioso proyecto, que formará parte de un corredor que llegará hasta el Centro Histórico, permitirá a la colonia Flor Blanca volver a presentar la elegancia de sus residencias, entre ellas el famoso Castillo Venturoso.

Hace pocos días, el Parque Cuscatlán fue inaugurado por el Alcalde Muyshondt, acompañado por representantes de la fundación Warren Buffett, USAID, Glasswing, que apoyaron la remodelación que tuvo un costo de $21 millones. Está dotado de bellos y cuidados jardines, salas de exposición, canchas y facilidades de wifi. No se podía pedir más y despertó en todos una sensación de orgullo al recibir este maravilloso regalo.

Pero la satisfacción duró muy poco, al darnos cuenta de que todavía en la capital existen seres incapaces de apreciar la belleza, que sus instintos superan a la razón y los obliga a actuar como seres irracionales. Solo producto de estas mentes enfermizas se entiende que entre los visitantes al parque hubo cafres que decidieron poner su huella asquerosa para destruir la armonía de lo creado. Acciones vandálicas realizadas, no por accidente, sino con el propósito de causar daño, dieron como resultado la destrucción de los oasis colocados para calmar la sed de los visitantes; destruyeron instalaciones eléctricas y otros dispositivos destinados a facilitar conexiones a internet, además de los promontorios de basura, que constituyen como la firma y el retrato de la vulgaridad y ordinariez de aquellos que demuestran que no les afecta vivir entre la porquería.

La indignación ciudadana se ha manifestado en protestas rabiosas, muchas subidas de tono, en las redes sociales, que reflejan la impotencia ante la acción de estos cafres. Las caricaturas de los periódicos hablan por sí solas y despiertan en la ciudadanía un sentimiento de indignación ante una dolorosa realidad: ¿por qué los salvadoreños no podemos actuar como personas civilizadas? ¿Por qué no admiramos la belleza con agradecimiento y respeto, sino que nos esmeramos para destruirla?

Pero ya es tiempo de decir un BASTA YA y demostrar el repudio general de los salvadoreños ante esta plaga. Estamos conscientes de que las autoridades han hecho su parte y han logrado la colaboración de instituciones internacionales, con deseos de servir; que la alcaldía de San Salvador ha puesto en el parque guardias de seguridad para proteger a los visitantes, pero como es imposible que exista un número tan elevado de efectivos para evitar estos desmanes, ha llegado el momento en que todos los salvadoreños debemos tomar posición para defender lo nuestro.

Tiene que formarse una fuerza ciudadana, que se sienta con la responsabilidad y el derecho de cuidar nuestro patrimonio. Podríamos emular la iniciativa del alcalde de San Miguel, que empoderó a los migueleños a denunciar todo aquel salvaje que tirara basura en la calle o en los lugares públicos. Los celulares constituyen una herramienta idónea para ayudarnos en esta misión. Tomar una fotografía de los que hagan gala de su vulgaridad tirando la basura donde no se debe y reportándolo a los agentes del orden. Posiblemente esta sea una labor de largo plazo, pero la sociedad civil, organizada, es capaz de constituir esa fuerza ciudadana para defendernos de estos enemigos de la armonía.

Nadie puede exigir al Gobierno que cumpla con sus deberes si antes no hemos demostrado nuestro civismo, cumpliendo con nuestras obligaciones ciudadanas. Y cuidar del ornato de nuestras ciudades, es una de ellas.

Maestra