Ciudadanía desinformada

No hay que confundir medio de comunicación con medios de propaganda.

descripción de la imagen
El vuelo GU-901 se dirigía a Managua, Nicaragua, cuando se perdió en la ruta debido al mal tiempo. Foto/ Archivo EDH

Por Erika Saldaña

2020-08-09 4:30:48

Vivimos en la era de la desinformación. A pesar de que la tecnología ha tendido puentes entre la información y las personas, a través del internet y las redes sociales, irónicamente vivimos rodeados de desinformación y manipulación de los discursos públicos. Esta situación afecta la calidad de vida de las personas, pues contribuye al deterioro de las instituciones públicas, a la falta de control de las decisiones de los funcionarios y al decaimiento de la democracia.
En El Salvador se ha dado una multiplicación exponencial de sitios denominados “periódicos digitales” o “canales de noticias”, en las que lejos de brindar información de relevancia para el país, se utilizan como plataforma de difusión de información falsa, incompleta o manipulada. Se trata de medios que crean contenido a favor de una idea específica o están diseñados para expandir propaganda a favor de alguien o de algo. Detrás de un elogio, felicitación, difamación o deshonra a una persona, es probable que exista una intención de manipular la percepción hacia la misma.
La desinformación que surge como producto de la creación de contenido a conveniencia, de la manipulación del discurso o de la difusión de información falsa, genera una distorsión en la democracia; además de que la gente tiene por ciertas cosas que no son, existe una intención de inducir a las personas a convencerse de ciertas ideas, muchas de las cuales son incompletas, falsas o manipuladas. Basta ver ciertos titulares de notas para darse cuenta de que la intención no es informar, sino sembrar una idea con la esperanza que se genere la percepción deseada. Y la opinión pública no es libre cuando está manipulada.
En El Salvador, la Sala de lo Constitucional ha desarrollado en su jurisprudencia el rol del periodismo y de los medios de comunicación. Ha señalado que la libertad de información, como fundamento de la libertad de prensa, desempeña un papel importante en una sociedad democrática, ya que la opinión pública libre y los cuestionamientos a quienes ostentan cargos de poder, facilita que en un proceso de ensayo y error se encuentren las políticas y medidas que mejor satisfacen las necesidades de los individuos y de la colectividad.
El periodismo tiene a su cargo sentar las bases para un debate público informado en los temas de relevancia nacional. La información sirve a la ciudadanía como herramienta para hacerse una idea integral de los temas fijados en la palestra pública y, habiendo analizado esta, decantarse por la postura que más se acerque a las conclusiones propias, más allá de tendencias que buscan manipular el contenido informativo a conveniencia.
Por otra parte, los distintos medios de difusión de información también juegan un papel protagónico en las democracias actuales; estos se constituyen como instrumentos que le permiten a la sociedad acceder a información de relevancia pública, facilitando su búsqueda, recepción y difusión. La pluralidad de medios de comunicación impide la monopolización de los medios y fomenta la existencia del mayor número posible de diarios, revistas, programas de opinión y otras publicaciones periódicas que reflejen la más amplia gama posible de opiniones dentro de la comunidad.
Lo anterior es el ideal del periodismo y de los medios de comunicación. Sin embargo, ante la avalancha de desinformación, somos los ciudadanos quienes debemos educarnos en el consumo de noticias y elevar el estándar del discurso público. Hay que aprender a que no todo lo que sale en internet es cierto o es noticia; a que las notas o publicaciones deben tener como mínimo quien dé la cara por ellas; a contrastar información en diversos medios para tener una idea si es noticia verdadera o falsa. No hay que confundir medio de comunicación con medios de propaganda.

Abogada constitucionalista.