Burbujas

Se anuncian “verdades” a futuro, propuestas que la gente acepta acríticamente, se echa mano de las redes sociales, de medios oficiales de comunicación; y se inflan esas “verdades” hasta dimensiones inverosímiles… hasta que todo revienta

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Moriba conduce el balón durante un entrenamiento. Foto de carácter ilustrativo y no comercial. / https://www.fcbarcelona.es/es/futbol/primer-equipo/fotos/2104333/entrenamiento-13-04-2021

Por Carlos Mayora Re

2021-04-16 7:09:05

En agosto de 2008 se registró el dominio bitcoing.org. Después de un lento arranque, y luego de que las primeras cotizaciones fueran de tres centavos de dólar por cada bitcoin, la moneda digital alcanzó la paridad a principios de 2011. A partir de entonces ha vivido una auténtica montaña rusa en su precio, hasta llegar a que se paguen en Internet más de sesenta mil dólares por bitcoin en las últimas semanas.
La clave ha sido el ingenio de los creadores, que desde el principio apostaron por la privacidad, la descentralización, el número limitado de unidades, la capacidad de trueque de una moneda de esta naturaleza, y la ausencia de una autoridad que la fiscalice.
Sin embargo, además de una mente maestra, hay otro factor fundamental para el “éxito”: la divisa no tiene ningún fundamento real, no hay riqueza que la ampare; para existir cuenta solamente con su capacidad transaccional. De hecho, como saben los economistas, las criptomonedas (el bitcoin y la pléyade de sus imitadores), se emiten porque sí, y suben porque los que las adquieren piensan que el mes que viene van a valer todavía más; al no tener riqueza que las respalde, pueden desplomarse o elevarse a cotizaciones inimaginables de la noche a la mañana.
Es cierto que un billete de veinte dólares es solamente un pedazo de papel impreso, y, lógicamente, por sí mismo no sirve para nada, a menos que sea aceptado como medio de pago. Sin embargo, nos afanamos por acumular dólares, gastamos dólares, invertimos dólares ¿por qué? Porque lo respalda el Departamento del Tesoro norteamericano, basándose en la riqueza producida por ese país y en los bienes adquiridos con la divisa americana.
Por eso es muchísimo más probable que la burbuja del bitcoin termine por reventar, mientras que el dólar siga siendo una referencia sólida por mucho tiempo.
Las burbujas económicas no son cosa reciente. Es conocido lo sucedido en los Países Bajos a principios del siglo XVII, cuando se puso de moda adquirir tubérculos de tulipán. La gente competía por tener los bulbos más raros y de colores más exóticos. Pronto se dejó de comprar tulipanes reales y se pasó a negociar con compras a futuro, previendo que con el paso del tiempo cada bulbo aumentaría su precio: ya no se compraba para poseer, sino para vender cuando conviniera. Las compras a futuro se empezaron a hacer al crédito y se creó todo un mercado ficticio: ya no circulaban bulbos, sino papeles; ya no se pagaba con florines, sino con pagarés… El valor de cada tulipán subió exageradamente, tanto que algunos “ejemplares” se llegaron a “pagar” con el equivalente de cinco años de sueldo de un artesano. Entonces llegó el tres de febrero de 1637, fecha en que el comercio de futuros colapsó, y el mercado simplemente desapareció. La burbuja había reventado.
El bitcoin y los bulbos de tulipán responden a lo que se llama esquemas piramidales. Un sistema en el que el primero que entra en la jugada se enriquece tremendamente, a costa de involucrar más y más personas en el “negocio”, y que a su vez éstas comprometan a otros más. Hasta que la pirámide se desploma por falta de fundamento, logrando el enriquecimiento (real) de los que están en la cúspide y la quiebra irremediable de los que estaban en la base.
Pero no solo hay burbujas, pirámides, para ganar dinero. También las hay, las estamos viendo, orquestadas por políticos, en las que la moneda de cambio no es ni siquiera la verdad, sino la pura apariencia. Se anuncian “verdades” a futuro, propuestas que la gente acepta acríticamente, se echa mano de las redes sociales, de medios oficiales de comunicación; y se inflan esas “verdades” hasta dimensiones inverosímiles… hasta que todo revienta, hasta que la burbuja colapsa por la pura falta de fundamento.

Ingeniero/carlosmayorare