La liebre y la tortuga ahora

Aun a un ritmo lento y consistente es posible alcanzar el éxito.

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Manuel Hinds / Foto Por Archivo

Por Eleonora Escalante

2021-06-24 6:12:36

Había una vez una liebre muy vanidosa que se pasaba todo el día presumiendo de lo rápido que podía correr, y en particular se burlaba de la lentitud de la tortuga. Cansada de siempre escuchar sus alardes, la tortuga la retó a competir en una carrera. Entonces todos los animales del bosque se reunieron para presenciar el reto, y el zorro fue elegido como juez. Al comenzar la carrera, la liebre se adelantó muchísimo y, muy confiada de que le ganaría, pensó que no estaba mal descansar por un rato, bajo la sombra fresca y agradable de un árbol. Y la liebre se durmió. Mientras tanto, la tortuga siguió caminando lento, sin pausar en absoluto. Despacio, la tortuga decidida a no darse por vencida sobrepasó a la liebre y siguió caminando, acercándose a la meta. Los animales del bosque gritaban de emoción, ovaciones que despertaron a la liebre. Esta corrió hacia la meta con todas sus fuerzas, pero no pudo alcanzar a la tortuga, que había ya había cruzado la línea de meta y la había vencido”.
La anterior es una de las más reconocidas fábulas de Esopo, el famoso contador de historias griego. Su trabajo ha impactado a muchas generaciones por más de 2,500 años, no solo por la simpleza que privilegia a los animales, quienes juegan un protagonismo aleccionador entretenido, sino también por que cada fábula ofrece una moraleja, una lección de moral o ética que nos enseña a reflexionar para cambiar nuestras actitudes y acciones.
Las fábulas de Esopo son el ejemplo de lo que significa crear historias con impacto para el largo plazo. Han pasado más de dos milenios y todavía el contenido de Esopo es tan válido como importante. ¿A qué se debe tal impacto? ¿Cómo es posible que sus relatos se hayan no solo sostenido con el tiempo, sino que su riqueza sea tan valiosa que pueden utilizarse como cuentos para niños antes de ir a dormir, como metáforas para mensajes de pastores o sacerdotes, o hasta como material base para dar clases en administración de empresas de alto nivel, o en estrategia corporativa o en cualquier otra disciplina escolar o universitaria?
En el caso de la liebre y la tortuga, la moraleja evidente y aparente es en dos líneas: La primera es: “Ten una buena actitud y humildad con tus fortalezas y talentos. No te burles de los demás (especialmente los que son diferentes a ti) por la audacia de tus competencias e idoneidades, que pueden, jactanciosamente, llenarte de inmodestia y de engreimiento para perder la cabeza cuando procedas rápida y descuidadamente”. La segunda pauta es: “El éxito puede alcanzarse despacio pero seguro, haciendo las cosas paulatinamente, con constancia y disciplina. El uso de la astucia lenta y reflexiva, junto con la perseverancia hace que se llegue al logro de nuestros propósitos”.
Sin embargo, hay una tercera moraleja escrita entre líneas. Esta tiene que ver con el uso del tiempo. El tiempo que Dios nos da no es eterno. Si acaso, y cuidando nuestra dieta y ejercicios, llegaremos con salud hasta los 90 años. En la carrera de nuestra vida es crucial utilizar todo lo bueno y lo que nos disminuye, con un sabio uso del tiempo a nuestro favor. Aun nuestras debilidades aportan a la grandeza. Aun a un ritmo lento y consistente es posible alcanzar el éxito. “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien…” (Romanos 8:28).

Eleonora Escalante.
CEO-Founder
ELEONORA ESCALANTE STRATEGY
Strategic Corporate Advisory