Hombres y árboles del páramo

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Niño en Halloween, Fotografía de carácter ilustrativo y no comercial. AFP

Por Carlos Balaguer

2021-11-02 5:23:27

Hay quienes huyen de su tierra, desterrados por los fuegos de la guerra, la sed de la sequía, el hambre, la pobreza, la soledad social… Así parten como seres sin albor y sin futuro. ¡Apenas sin pasado! Como Juan sin tierra y sin país, se pierden en el éxodo como un sueño. Pero hay otros que -aferrados a su suelo como los árboles- se resisten a huir. A veces mueren en el incendio, sobreviven o secan como figuras de ventisca y eternidad. Otros más son arrancados por la tempestad y parten en la migración, buscando el incierto norte de un mañana. Pero como expresa el escritor francés Gustave Thibon: “Quitad a un árbol sus raíces, y será juguete de todos los vientos.” Juguetes del destino o de la historia nos signa la huída ancestral de la especie humana: emigrar como las aves, las ballenas o los últimos elefantes del Continente Negro africano. Algunos se van, escondiéndose en las sombras o en los “puntos ciegos” de las fronteras humanas. Otros parten en caravanas como las golondrinas, huyendo del invierno del amor y de la paz. Sólo quedan los árboles y hombres del páramo, que esperan cada día amanecer la vida. Aferrados al terruño, contra todos los vientos, sequías y adversidades, se quedan allá por el amor al suelo natal. Que es de donde vienen y a donde volverán. <“El Espantapájaros sin Paraíso” C. Balaguer-Amazon>