Albert Einstein, uno de los científicos más influyentes del siglo XX, expresó en varias ocasiones su admiración por la visión de Dios propuesta por Baruch Spinoza, filósofo del siglo XVII. Einstein afirmó: "Creo en el Dios de Spinoza que se revela en la armonía ordenada de lo que existe, no en un Dios que se preocupa por los destinos y las acciones de los seres humanos".
Spinoza propuso una visión panteísta de Dios, identificándolo con la naturaleza misma. Para él, Dios no es un ser trascendente que interviene en los asuntos humanos, sino la totalidad de la realidad, una sustancia única con infinitos atributos, de los cuales los humanos solo percibimos el pensamiento y la extensión. Einstein compartía esta perspectiva, considerando que la divinidad se manifiesta en el orden y la armonía del universo, no en acciones sobrenaturales o milagros.
Ambos pensadores rechazaban la idea de un Dios antropomórfico, es decir, un ser con características humanas que premia o castiga. Spinoza argumentaba que atribuirle emociones humanas a Dios era una proyección de nuestras propias pasiones. Einstein, por su parte, consideraba que la idea de un Dios personal era una concepción infantil y que la verdadera religiosidad consistía en el asombro ante la estructura racional del universo.
Spinoza defendía un determinismo estricto, donde todo ocurre según las leyes inmutables de la naturaleza. Einstein también creía en un universo regido por leyes precisas y deterministas, lo que lo llevó a expresar su escepticismo hacia la interpretación probabilística de la mecánica cuántica. Para ambos, comprender estas leyes era una forma de acercarse a la divinidad.
En su obra "Ética", Spinoza sostiene que la libertad humana consiste en comprender las causas que nos determinan y actuar conforme a la razón. Einstein también valoraba la razón como guía para la conducta humana y creía que la moralidad debía basarse en el entendimiento racional del mundo, no en mandatos divinos.
Einstein hablaba de una "religión cósmica", una sensación de asombro y reverencia ante la complejidad y belleza del universo. Esta idea está en sintonía con la visión de Spinoza, para quien el amor intelectual hacia Dios (o la naturaleza) era la forma más elevada de conocimiento y felicidad.
La afinidad entre Einstein y Spinoza radica en su concepción de un universo ordenado y racional, donde la divinidad se manifiesta en las leyes naturales y no en intervenciones sobrenaturales. Ambos promovieron una visión ética basada en la razón y una religiosidad centrada en el asombro ante la naturaleza. La declaración de Einstein de creer en el Dios de Spinoza refleja esta profunda conexión filosófica y espiritual entre ambos pensadores.
Para profundizar en la filosofía de Spinoza, se puede consultar su "Ética", que ya está disponible en internet. También, la biografía "Einstein: su vida y su universo" de Walter Isaac son ofrece una visión detallada del pensamiento de Einstein y su relación con la filosofía. ¡Hasta la próxima!
Médica, Nutrióloga y Diplomada en Neurociencias