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El circo errante que pasaba

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Por Carlos Balaguer | Feb 03, 2025- 15:09

La figura de cañas, paja y mimbre, quedó nuevamente solo, empalado sobre los campos del eterno verdor. Un circo de leones que pasaba por el lugar se llevó al espanta lunas. “Llevadme con vosotros –suplicó a los circenses. Practico el arte de soñar y de cantar canciones olvidadas. Divertiré al mundo y a las audiencias. Además, conozco el camino al paraíso.” “Llevemos con nosotros al espantapájaros que sueña” –dijo el dueño del circo. “Será la nueva atracción.”

Así el muñeco de paja se hizo volatín y cantor de fantasías. En poco tiempo se volvió famoso. Tristemente, en todos los pueblos que pasaba dejaba un poco de sí mismo. Entonces fue perdiendo pastura cada día, hasta quedar reducido a unas cuantas briznas. Cuando los cirqueros llegaron al reino del imposible ya poco quedaba del Espantaflor. Sólo el sombrero de junco y la camisa de colores. Al fin -tal lo dijera la plantadora de espigas- el fantasma de hierba era nada más un sueño, de esos que existen en otra dimensión. Allá donde habitan los creadores de su propia felicidad.

 “Tirad al camino los restos del espantapájaros –dijo el dueño del circo. Hay que buscar otro cómico para la próxima función.” Algunos viejos amigos del espantapájaros lo levantaron de nuevo sobre el valle. “Tener un sueño nos hace vivir, porque la vida es, en verdad, un sueño.” –decía el espantajo a los viajeros. Así, las almas del éxodo siguieron soñando la felicidad, como soñándose a sí mismas. (XLI) De: “La Vida es Cuento” © C. Balaguer

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