Madreselva

Llegados a los 19 de matrimonio es muy importante que los lazos del amor en una pareja sean fuertes y busquen altura como la madreselva.

descripción de la imagen
Manuel Zelaya, expresidente de Honduras. Foto Archivo AFP

Por Jorge Alejandro Castrillo Hidalgo

2020-11-27 5:40:19

De adolescente escuché la frase “el matrimonio es el único club en el que los que están afuera quieren entrar y los que están adentro quieren salir”. Por simpática y ocurrente, la frase me entretuvo por algún tiempo, monté mi personal investigación y llegué a descubrir (es una de las bellezas de la adolescencia: uno descubre para sí tantas cosas) que, si bien muchos se quejaban de las obligaciones del matrimonio, eran muy pocos los que, llegado el momento en verdad, se querían salir del club.
Si condujera en estos tiempos aquella mi pesquisa (era solo escuchar atentamente a las personas e inferir de sus afirmaciones y actos lo convencidos que estaban de lo que decían), ¿me llevaría a conclusiones diferentes? Creo que sí. Por un lado, cada vez son menos los que, estando afuera, quieren entrar y, por el otro, son más los que, estando adentro, se salen. ¿Qué ha cambiado? ¿son los requisitos de ingreso más difíciles de cumplir? Creo que solo el colectivo LGTBI y los progresistas católicos alemanes están queriendo que se cambien las condiciones de ingreso, confirmando eso que “…los que están afuera quieren entrar”. ¿Acaso ahora las reglas del club son más exigentes? No lo parece, más que antes, muchos que están adentro terminan saliéndose.
Lo que sí ha cambiado, encontraría con seguridad, es la voluntad de los potenciales miembros para comprometerse a cumplir las reglas del club. Esto debido a diversas razones: la dependencia económica de un sexo respecto del otro ya no es tan marcada, la aceptación social de la persona depende cada vez menos de su estado civil, el cambio de normas de conductas toleradas ha hecho que el sexo se obtenga con casi igual facilidad estando dentro que afuera del club, la tecnología ha facilitado la vida de todos, por el lado bueno; el lado negativo, el egoísmo es ahora la norma, la paciencia y la voluntaria entrega entre amos son virtudes menos practicadas, el furor obcecado por lograr independencia personal laceró de muerte la sana interdependencia entre cónyuges, conditio sine qua non de un exitoso matrimonio, por mencionar sólo algunos cambios.
El matrimonio no es natural. Natural es lo que nos viene dado por nuestra pertenencia al reino animal: los instintos básicos, ser hombre o mujer, los rasgos físicos, algunas enfermedades, algunas tendencias de personalidad. Social en su origen, el matrimonio hace parte ya de la naturaleza humana en casi todas las sociedades de la Tierra. La tradición (y a lo mejor el eterno afán de vender de los comerciantes) ha hecho que cada celebración anual de bodas sea aparejada a regalos específicos: papel, algodón, cuero, lino y madera para los primeros cinco que se creen fáciles; oro, plata, diamante para los de más largo aliento. Convenciones extrañas pero qué duda cabe que se han hecho costumbre y sugieren regalos apropiados para cada año. Llegados a los 19 de matrimonio es muy importante que los lazos del amor en una pareja sean fuertes y busquen altura como la madreselva. El significado de esta planta está relacionado con la fraternidad y se utiliza también para expresar el amor enfocado en la familia y en la amistad. Más aún, su sentido más espiritual habla del perdón. Es el momento de reflexionar y si hay que pedir perdón por algo, esta es la ocasión dicen los manuales.
La madreselva, chupamiel o pata de cabra, es descrita en internet como un arbusto trepador muy lindo, de rápido crecimiento, con hojas perennes de forma oval, glaucas y brillantes por debajo. Originaria de la Europa meridional, su floración primaveral puede ser roja, blanca o amarilla, aparece durante la primavera, despidiendo un aroma muy agradable, sobre todo por la noche. La busqué en varios viveros y sólo en uno me dijeron que tuvieron, pero que las plantitas que tenían murieron durante la pandemia (falta de cuido por la inasistencia larga de los jardineros). Me tocó regalar hoy, como sucedáneo, una tumbergia de flores rojas encendidas, planta trepadora como la madreselva, que alguna vez compramos en Antigua Guatemala pero que no logré hacer crecer en mi solar.
El matrimonio podrá ver algunas modificaciones en su forma, pero nunca en su esencia: el hombre y la mujer que en uso pleno de sus facultades deciden y se comprometen a vivir juntos, arrostrando peligros, enfrentando los desafíos y problemas que siempre la vida pondrá en nuestros caminos. Yo he tenido la suerte inmensa de vivir estos últimos 19 años al lado de la bella, pródiga, alegre, fuerte y estupenda mujer que Dios quiso enviarme justo en el momento más apropiado. El jueves pasado agradecimos estar vivos, juntos e ilusionados un año más, bajo el humilde techo que ella convirtió en un hogar, saboreando la cena que sus manos trocaron en banquete exquisito y gozando de la compañía de una familia que crece y da flores fragantes como las de la madreselva. Cuáles serán los planes del Señor para los años por venir, lo desconozco. Confío que el próximo año pueda estar regalando la pieza de porcelana fina que será lo correspondiente.

Psicólogo/ psicastrillo@gmail.com