¿Está muriendo el patriotismo?

¿Qué nos ha pasado? ¿Apatía, indiferencia, ignorancia o una diabólica estrategia? Ha sido un septiembre con pocas banderas y como no se cantará el Himno Nacional, pareciera que estamos por borrar lo más sagrado de nuestra historia, lo que podría hacer realidad la dura frase de un pensador francés: “Quitad a un pueblo sus raíces y será juguete de todos los vientos”

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Foto EDH / Jorge Reyes

Por Teresa Guevara de López

2019-09-15 4:45:01

En este 15 de Septiembre que celebramos 198 años de vida independiente, los salvadoreños deberíamos sentirnos orgullosos de haber nacido en este suelo, que además de llevar el nombre del Salvador del Mundo, ha sido bendecido con una ubicación geográfica privilegiada, un clima maravilloso, bellísimos paisajes de lagos y montañas y un pueblo esforzado, aguerrido, sufrido, trabajador y orgulloso de ser descendiente de aquellos héroes que comprometieron su vida, su familia y su fortuna personal, para lograr la libertad que ahora disfrutamos.

Esta bendita Patria está representada en sus símbolos que de conformidad con el artículo 64 de la Constitución son la Bandera Nacional, el Escudo de Armas y el Himno Nacional. La Ley de Símbolos Patrios fue aprobada por la Asamblea Legislativa el 14 de septiembre de 1972. Podemos sentirnos orgullosos de llamarnos hijos de esta Patria, como lo repetimos con fervor al cantar la primera estrofa de nuestro bellísimo Himno Nacional, al recitar la Oración a la Bandera y al ver ondear nuestra enseña azul y blanco.

Pero, en los últimos años, pareciera que ese amor a la Patria y respeto a sus símbolos está en vías de extinción. Cuando actividades importantes se inician con “las sagradas notas de nuestro Himno Nacional” es indignante el poco respeto de muchos ciudadanos presentes. Si llevan gorra, no se la quitan; circulan, hablan, comen y aquellos que optan por cantar, lo hacen a sotto voce, como si les diera vergüenza. Y la señal de poner la mano derecha sobre el corazón, en actitud reverente, con el antebrazo extendido, más pareciera que lo llevan en cabestrillo.

Desde los años escolares aprendimos el significado de los componentes del Escudo de Armas: el triángulo, el gorro frigio, los volcanes, el mar, la corona de laurel y la inscripción República de El Salvador en la América Central, que hoy, de un plumazo, ha sido modificada por 14 estrellas. Y tan sacrílego abuso se justificó con que es un logo, que al aparecer en toda la correspondencia oficial sustituye al escudo. ¿Alguna vez el ciudadano presidente explicará las razones de tal capricho?

Durante muchos años en septiembre, la Bandera azul y blanco ondeaba en edificios públicos, costumbre que adoptó la empresa privada colocándola en lo más alto de las grúas que en diferentes partes de la ciudad eran testigos mudos del creciente progreso. Posteriormente, los medios de comunicación animaron a los ciudadanos a colocar en las puertas de sus residencias, la bandera que aparecía en los principales periódicos. Abundaba la venta de banderas de todo tamaño, para ponerlas en las ventanas de los automóviles como un homenaje a la Patria.

Durante la época de la guerra el sentimiento patriótico creció, con despliegue de banderas y escudos, recordando que la Patria en peligro jamás se abandona. Y nació la iniciativa de cantar el Himno Nacional, en cualquier lugar donde nos encontráramos, a una hora definida, en la tarde del 14 de septiembre. En los primeros años no solo se cantaba en las oficinas, sino que en las calles, muchos automóviles se detenían para cantarlo.

¿Qué nos ha pasado? ¿Apatía, indiferencia, ignorancia o una diabólica estrategia? Ha sido un septiembre con pocas banderas y como no se cantará el Himno Nacional, pareciera que estamos por borrar lo más sagrado de nuestra historia, lo que podría hacer realidad la dura frase de un pensador francés: “Quitad a un pueblo sus raíces y será juguete de todos los vientos”, vientos de ideologías totalitarias que han sumido en la desgracia a tantos pueblos que han perdido su libertad y democracia. ¡DIOS, UNIÓN Y LIBERTAD por siempre en El Salvador!

Maestra.