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Habitación 101-SV

La reforma permitirá que de ahora en adelante las intervenciones de las comunicaciones no solo sean por petición de la Fiscalía General de la República, sino que también a petición del director del Centro de Escuchas Telefónicas. Comúnmente, son los fiscales quienes llevan un registro de los casos que se someten a intervención, pero ahora otro funcionario participará de este proceso. En ese sentido, ¿a quién o quiénes les reportará este funcionario? ¿Por qué deben participar más funcionarios de un proceso tan delicado para la privacidad de las personas?

Por Andy Failer
Comunicólogo y político

La habitación 101 es un cuarto trascendental en la obra 1984 de George Orwell. Es en ese cuarto donde se propicia un espacio de tortura al que son sometidos todos los sospechosos del régimen para enfrentar aquello que más les cause terror y cualquier otro tipo de dolor emocional. Con la reciente reforma a la Ley de Escuchas Telefónicas y de Telecomunicaciones que ha impulsado el oficialismo desde su bancada cyan se estarán dotando de herramientas que les permitirá habilitar su propia Habitación 101. El espionaje, los chantajes y la persecución, se agravarán aún más tras esta peligrosa reforma.

La reforma permitirá que de ahora en adelante las intervenciones de las comunicaciones no solo sean por petición de la Fiscalía General de la República, sino que también a petición del director del Centro de Escuchas Telefónicas. Comúnmente, son los fiscales quienes llevan un registro de los casos que se someten a intervención, pero ahora otro funcionario participará de este proceso. En ese sentido, ¿a quién o quiénes les reportará este funcionario? ¿Por qué deben participar más funcionarios de un proceso tan delicado para la privacidad de las personas? Y otro cuestionamiento aún más importante: si el régimen de excepción ha sido tan eficiente y va “ganando la guerra contra las pandillas”, ¿por qué esta reforma llega hasta este momento? La intención parece más política que otra cosa, y la reputación de este gobierno y sus diputados, generan severas alertas ante decisiones de este tipo.

Analicemos un poco los tiempos políticos de El Salvador. El Presidente decide bajar los fervores de los militantes de su propio proyecto político y ha dicho que el único sucesor es él mismo y que buscará reelegirse en la presidencia aunque tal hecho sea inconstitucional. El 2022 está a dos meses de finalizar, y 2023 es un año completamente pre-electoral, todos los partidos políticos deberán prepararse para sus procesos internos y alistar sus candidaturas para la Asamblea Legislativa, Concejos, Parlamento Centroamericano, Presidencia y Vicepresidencia de la República. El oficialismo busca desacreditar a cualquier voz de la oposición que le haga perder un escaño en lo legislativo o una comuna en lo municipal, así como cualquier iniciativa que fragmente la imagen del Presidente. Frente a todo este escenario político y pre-electoral, la reforma de la Ley de Escuchas Telefónicas es, a todas luces, una herramienta más para la intimidación política y autoritaria.

Si el próximo año es pre-electoral, que no nos sorprenda que el circo de los telones autoritarios anuncie nuevos casos de persecución, porque cuando lo electoral se avecina, el oficialismo orienta todos los esfuerzos de su aparato de propaganda en desacreditar a sus adversarios políticos y ampliar las narrativas de desinformación para acorralar al electorado salvadoreño.  Ante esto último hoy hay un matiz nuevo y es la recién aprobada Ley de Voto en el Exterior, que le asigna al departamento de San Salvador un padrón electoral enorme radicado en el exterior; el show y la propaganda deberá cruzar fronteras para venderle humo a todos a esos salvadoreños en el exterior. Es así como esta nueva novela requiere de la Habitación 101, para garantizar un show político a la medida de este gobierno autoritario.

Cada semana se complica aún más la situación política de El Salvador. Por ello es que no debemos dejar de insistir hacia afuera, la comunidad internacional debe saber cuán grave es el deterioro de este país en todos sus peldaños institucionales y cómo esto atenta contra los derechos humanos de la población. Desde la ciudadanía debemos seguir compartiendo la verdad, reforzando así el pilar que le hace contrapeso a la desinformación. Como bien dictó en su momento George Orwell: “En una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario”.

Comunicólogo y político

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