Es urgente que nos civilicemos

Es inútil proponer más leyes, más multas, más castigos, cuando vemos que todo eso se ignora olímpicamente. Es decir, el problema real (en esto y en muchos asuntos más) es que no cumplimos las leyes. A eso debe entrársele.

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Recuerde que su historial crediticio guarda cualquier transacción que haga, buena o mala. Fotos EDH / Shutterstock

Por María Alicia de López Andreu

2019-08-09 7:35:03

¿Qué hacer ante los graves problemas que afrontamos?

A mi criterio, debe instaurarse el Estado de Derecho: que tengamos una legislación justa, sensata, aplicable, no inventada con fines electoreros y cuyo cumplimiento se exija a rajatabla. Eso toma tiempo, puesto que todos los ciudadanos debemos estar dispuestos a obedecerlo y civilizarnos. Por eso debe comenzarse inmediatamente un plan bien estructurado para llegar a establecerlo. Iniciemos este proceso tomando conciencia sobre el desorden del tráfico vehicular, que nos afecta a todos, y la pandemia de accidentes de tránsito, con todas sus graves secuelas.

Es inútil proponer más leyes, más multas, más castigos, cuando vemos que todo eso se ignora olímpicamente. Es decir, el problema real (en esto y en muchos asuntos más) es que no cumplimos las leyes. A eso debe entrársele.

Hay motoristas de buses que deben decenas de miles de dólares en multas recibidas por manejar en estado de ebriedad, drogados, sin licencia y con los buses en pésimo estado. Resultado: gravísimos “accidentes”. ¡Ojo! Esos no son accidentes, sino crímenes cometidos con la plena conciencia de estar actuando mal, irresponsablemente, atentando contra la vida ajena. Y cuántos otros manejan borrachos, causando que muchísimos buenos, útiles y necesarios salvadoreños hayan muerto por su incalificable conducta. Eso debe juzgarse como homicidio con todos los agravantes, aplicando drásticamente el peso de la ley. Igualmente aplica a cualquier irresponsable que no da mantenimiento a su vehículo y luego llora porque “se le fueron los frenos”. Los frenos no se van, se arruinan por no darles el cuidado requerido. Y no olvidemos las motos, que además de empeorar el tráfico, causan múltiples y graves accidentes.

Y es que aquí, como en muchos otros temas, en unos casos no se aplica la ley porque el infractor pertenece a la privilegiada clase del gobierno de turno. Y en otros casos utilizan la manida excusa de que, como uno de pobre no puede dar mantenimiento al vehículo y tampoco puede pagar las multas (como que la multa no fuera perfectamente evitable, manejando correctamente), no se decomisan ni el vehículo ni la licencia porque eso impediría que el victimario pueda dar de comer a sus hijitos. Y así, aplicando el “buenismo” o el “cuello” en lugar de la ley, se otorga carta blanca para cualquier atropello.

Eso debe terminar ya, radicalmente.

El Estado debe establecer un límite a la antigüedad de los vehículos. Definir fechas escalonadas, adecuadas pero inaplazables, para que todos los motoristas tengan su documentación completa y al día, para que todas las unidades de servicio público y carga pesada, primordialmente, así como todos los vehículos particulares, estén debidamente revisados y en buen estado. Y los que no lo estén, decomisarlos sin miramiento alguno.

Además, comprender que hay multas que no se exigieron oportunamente y jamás serán pagadas; entonces el Estado deberá negociar con el deudor una cantidad a pagar en efectivo, a determinada fecha, y establecer otro tipo de compensación para el saldo que se esté condonando. Y hacerlo cumplir.

Partiendo de entonces, hacer borrón y cuenta nueva, no volviendo a tolerar ni la mínima infracción, aplicando con todo rigor las leyes y los reglamentos, así como las multas establecidas.

El tráfico es un disparador de la violencia y los accidentes ya causan demasiado luto y dolor. Hay que entrarles con definición y firmeza.

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