El lunes recordé una conferencia del padre de la organización moderna, Peter Drucker, en Barcelona en 1987, justo cuando iniciaba mi camino en la consultoría de mejora continua y participaba en todos los eventos internacionales, para escuchar a los grandes maestros de la administración. Peter Drucker fue un consultor y profesor, considerado el mayor filósofo de la administración del siglo XX.
La conferencia fue patrocinada por una organización de empresa familiares de Barcelona y el auditorio de unas mil personas estaba completo. Explicó, que “una empresa es una empresa”, independientemente del tamaño, dedicación y el lugar donde se encuentra y que su rentabilidad proviene de la calidad, la productividad, el liderazgo, la vocación de su personal hacia el trabajo y de la “microcultura” ligada a la personalidad de su fundador. Yo, recién independizado de quince años como manager de producción y calidad en Ford, era lo que quería escuchar, porque estaba desarrollando el sistema KAIZEN-ISO 9000.
Al final de la conferencia de unas dos horas, en las que explicó los diferentes tipos de organizaciones, organigramas, niveles de supervisión, las características de cada una y como funcionaban en Estados Unidos, en el espacio de preguntas y respuestas, un empresario le preguntó: Cuál es la clave para tener éxito, cuando en la zona hay varias empresas familiares que compiten con los mismos productos y servicios. Y después que le tradujeron la pregunta del catalán al inglés, la respuesta clara, concisa y concreta del gran filósofo de la organización, fue la más básica y elemental de todos los tiempos: ¡Abrir más temprano y cerrar más tarde que los competidores!…
Recuerdo que en los años Cincuenta observaba que las familias que ponían su mesa, banca, su hornilla y su comal para vender pupusas en la calle del parque de San Vicente, la que llegaba más temprano y se iban más tarde, vendía más.
Y el lunes, a las cinco de la mañana cuando fui a dejar al aeropuerto a un amigo de México, paramos para desayunar en Olocuilta y en toda la fila de pupuserías que se encuentran en dirección del aeropuerto, solo una estaba abierta atendiendo a sus clientes, incluso había personas esperando. Espontáneamente comenté a mi amigo: ¡No es la suerte, ni el destino, ni el nombre y apellido de las personas. Es el esfuerzo, la persistencia y la disponibilidad del negocio para los clientes, lo que trae consigo el éxito…!
En 1990, en una conferencia del congresos de la Sociedad Americana para el Control de la Calidad, ASQC, en Milwaukee, escuché de uno de los grandes manager de Kodak, que entonces competía con Sony, que según sus análisis, la empresa que sale primero al mercado con innovaciones tecnológicas, tiene seguro el 40% de los clientes potenciales, que tienen poder adquisitivo y quieren estar al día con las innovaciones. No importa el tipo de negocio que tenga, si es una clínica, una tienda, una lavanderías o una pupusería, abrir más temprano y cerrar más tarde que la competencia, sigue siendo una ventaja competitiva, lo mismo que ser el primero con las innovaciones tecnológicas…
Cuando vemos la competencia de las grandes comercializadoras aquí, que abren más temprano y cierran más tarde, incluso en los días festivos, es lo mismo que en los pequeños negocios. En los pequeños, son los dueños y en los grandes, los empleados que deben estar a la disposición para atender a los clientes y dejarles un buen recuerdo.
Pues ya lo sabe: ¡Al que madruga, Dios le ayuda!
Ingeniero/pedroroque.net