Violencia sexual contra niñas y adolescentes mujeres: un flagelo para nuestra sociedad

El desafío de erradicar la violencia sexual es grande, pero hacer visible el problema y reconocer a las víctimas sin culpabilizarlas es un paso esencial en el camino hacia la construcción de una sociedad más justa

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Cristian Marmol y Lari Moreno son esposos y han venido apoyar a su equipo favorito tras el encuentro Fas y Alianza. La pareja son de San Salvador y tiene dos años de casados. Foto EDH/ Jonatan Funes

Por Yvette Blanco

2021-05-30 3:24:55

Como si de un lente de aumento se tratara, la pandemia ha puesto en relieve un problema en muchos casos invisibilizado y desatendido: la violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes.
Debido a la naturaleza del fenómeno, no se conoce su dimensión, tan sólo un reducido porcentaje de los casos se denuncian. Solo en el primer trimestre del presente año, la Fiscalía General de República registró 465 denuncias por delitos sexuales (violación, agresiones sexuales y acoso) cometidos contra niñas y adolescentes mujeres. Muchos de estos casos acaban en embarazos. Según el Ministerio de Salud, durante el primer semestre del año anterior 258 niñas de entre 10 a 14 años y 6,581 adolescentes entre 15 a 19 años quedaron embarazadas.
Estos datos son alarmantes y nos indican que debemos abordar este problema como sociedad de inmediato. El país ha construido marcos normativos y ha formulado políticas públicas que han logrado establecer sistemas de protección, tanto para la niñez y adolescencia como para las mujeres. Además, se han creado normativas orientadas a sancionar la violencia de género, el Ministerio de Educación ha creado una política de equidad e igualdad de género, se ha desarrollado una política de persecución penal en esta materia, y se han empezado a crear servicios amigables y no revictimizantes para las niñas y niños víctimas de violencia.
El Salvador, como país pionero de la Alianza Mundial para Poner Fin a la Violencia contra los Niñez, está comprometido con acelerar esfuerzos para poner fin al maltrato, la explotación, la trata y todas las formas de violencia y tortura contra niñas y niños.
Además de celebrar los avances, es necesario reflexionar sobre lo mucho que queda por hacer. Todas las niñas y adolescentes que han sido víctimas de violencia deben de tener acceso a la justicia y ser escuchadas. Esto requiere que actuemos de manera coordinada y efectiva para restituir sus derechos y asegurar que alcancen su máximo potencial.
Como sociedad, es importante que reconozcamos que algunas prácticas culturales arraigadas promueven masculinidades y feminidades que responden a estereotipos de género en los que la violencia es un factor predominante. Juntos tenemos un rol determinante que jugar para transformar comportamientos sociales y construir entornos más seguros para nuestras niñas y adolescentes.
La violencia contra niñas, niños y adolescentes es una violación de derechos y un obstáculo para el desarrollo humano sostenible, por ello, es crucial su erradicación. Ninguna forma de violencia es justificable y toda forma de violencia es prevenible.
La transformación que requiere la sociedad salvadoreña pasa por la erradicación de la violencia basada en género, y para ello es indispensable promover la igualdad de género en todas las etapas de la vida, y en todos los ámbitos, incluyendo la familia, la comunidad y la escuela.
Para alcanzar este resultado es necesario: combatir estereotipos de género, empoderar a las niñas y adolescentes, promover masculinidades basadas en el respeto y la igualdad entre pares, fortalecer mecanismos de denuncia y líneas de ayuda amigables, continuar promoviendo la educación integral de la sexualidad, crear más servicios de atención a víctimas y armonizar legislación a estándares internacionales.
El desafío de erradicar la violencia sexual es grande, pero hacer visible el problema y reconocer a las víctimas sin culpabilizarlas es un paso esencial en el camino hacia la construcción de una sociedad más justa, segura e igualitaria en la que nuestras niñas, niños y adolescentes puedan gozar de su derecho a vivir libres de violencia.

Representante de UNICEF en El Salvador.