Reelección y dictaduras

Es una tragedia que parece que ni políticos ni ciudadanos han entendido que el poder emana de el pueblo, y es para servir al pueblo, y no para buscar privilegios y mucho menos para imponer ideologías.

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Foto de referencia / Archivo EDH / Archivo

Por Carmen Marón

2021-09-06 5:01:13

El tema reelección presidencial, que ha sido la noticia esta semana —y digo esto con muchísimo cuidado, puesto que la Constitución actual está vigente— no es, para mí, el problema. Muchos países tienen un sistema que permite a un presidente reelegirse por más de un período. El problema de la reelección es el porqué está (o estaba) prohibida la reelección. En el caso de El Salvador: porque tenemos un negro y oscuro pasado de dictaduras militares.
Este año NO marca nuestro Bicentenario como país . Es el Bicentenario de lndependencia de Centroamérica. El Salvador, como tal, fue constituido país en 1859. E, increíblemente, tuvo su primer presidente en 1841 (14 años antes) cuando se eligió a Juan Lindo, quien duró tres meses en el poder. En nuestros primeros dos años como nación tuvimos SEIS presidentes. Había una pugna tan espantosa entre liberales y conservadores que la inestabilidad política era similar a una rueda de caballitos. Hubo un presidente que duró exactamente dos días en el poder, mientras otro fue reelegido siete veces (no continuas). Esto siguió hasta que se levantó un caudillo: Gerardo Barrios, y su opositor, Francisco Dueñas.
Barrios fue fusilado, pero, entre lo bueno que hizo está introducir el café para suplantar el añil, proceso continuado por Dueñas. Fue entonces cuando comenzó el período de los presidentes cafetaleros. Básicamente el mandatario era o dueño de extensos cafetales (muchas veces a costa de quitarle tierra a la gente pobre) o nombrado por cafetaleros. De allí la frase “ven el país como su finca”. Y de nuevo, la inestabilidad política. Posteriormente, a partir de 1939, se instauraron las infames dictaduras militares con sus asesinatos, sus juntas, y etc., para desembocar en el conflicto armado que concluyó en 1992.
Ignoro cómo se llamará el tipo de presidencia que se esta buscando actualmente, pero la verdad es que en El Salvador ningún gobierno conservador, liberal, cafetalero o civil mereció la reelección por sí solo. Y es una tragedia que parece que ni políticos ni ciudadanos han entendido que el poder emana de el pueblo, y es para servir al pueblo, y no para buscar privilegios y mucho menos para imponer ideologías. Por otra parte, a los ciudadanos nunca nos ha interesado nuestra forma de gobierno, ser parte del mismo, leer la Constitución y nuestro actuar ciudadano se ha limitado a insultar, ofender, criticar, culpar y dar votos de castigo vez tras vez.
En un tuit alguien mencionaba el largo tiempo que Angela Merkel fungió canciller de Alemania. Y es muy cierto lo que decía: toda una generación de alemanes no conoció más que a Merkel, quien fue reelegida cuatro veces. Pero vámonos más atrás: Alemania siempre se ha sometido, como nación, a profundos procesos de justicia restaurativa y transicional, algo que El Salvador jamás ha querido hacer. Por otro lado, las cualidades de la señora Merkel-su cabeza fría, su estilo de vida austero, su probidad-fueron lo que la mantuvo en el poder con su popularidad casi intacta. Y ni mencionar que el pueblo alemán es respetuoso de su historia y de sus leyes. Algo similar sucedió con Franklin Delano Roosevelt y Winston Churchill. La probidad siempre garantiza el voto y minimiza la oposición.
Es de nunca olvidar que el mejor apoyo para un partido político-y algo que no hemos visto en el país aún- es la generación de políticas públicas que garanticen salud, educación, gobernanza y libertad de expresión y que mejoren la vida de los más vulnerables.
El Salvador, desde que existe, milagrosamente ha subsistido a pesar del vaivén político. La estabilidad política y social, el poder vivir sin miedo, es una deuda histórica que está aún por cumplirse. ¿Será alguna vez posible en El Salvador?
Educadora, especialista en Mercadeo con Estudios de Políticas Públicas.