Apuntes para el 28F: Voto Cruzado

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Salvador Samayoa

Por Salvador Samayoa

2021-02-15 8:06:36

Hasta 1964 teníamos una Asamblea muy parecida a la que quiere Nayib. Todos los diputados pertenecían al partido oficial. No había representación proporcional ni fuerzas de oposición. Desde ese momento, por más de 50 años, votamos para diputados en listas cerradas y bloqueadas, por un solo partido y sin alterar el orden de candidatos de la lista. En 2012, por resolución de la Sala de lo Constitucional, votamos por primera vez en listas siempre cerradas, pero desbloqueadas. En otras palabras, voto por rostro dentro de la misma lista partidaria.
Desde 2015, por mandato de la misma Sala y no como parte de alguna reforma pactada, tenemos la opción de votar en listas abiertas, o sea por candidatos de dos o más partidos. Esto es lo que llamamos voto cruzado. Una delicatessen democrática fina y sofisticada, que solo hemos consumido en porciones muy pequeñas y en situaciones relajadas.
El primer año de voto cruzado solo San Salvador pasó del 10% de ciudadanos que adoptaron esa modalidad (12.71% para más exactitud). En Santa Ana y en La Libertad cerca de 7%, en Sonsonate poco más de 5%, y en el resto del país, los números fueron casi marginales. En 2018 subió ligeramente el porcentaje en los mismos 4 departamentos. San Miguel se unió a la fiesta con 9.21%, pero se mantuvo casi igual, en torno a 7.7%, el promedio nacional.
Para las elecciones de 2021, Mucha gente se pregunta si cruzar el voto es bueno o es un desperdicio, si ayuda o perjudica a los candidatos que queremos impulsar. La respuesta es obvia: al candidato y al partido al que damos una fracción lo beneficiamos y al que dejamos de darle nuestro voto entero lo perjudicamos.
Con excepción de casos puntuales, un análisis de números exactos de votos enteros y cruzados, cocientes y residuos de cada partido en cada departamento en las elecciones de 2018, no nos ha dejado conclusiones irrefutables sobre el efecto del voto cruzado en la distribución de los escaños. Así las cosas, lo mejor sería dejarse de cuentos y votar por candidatos del mismo partido.
Hay tres razones para proceder de esta manera, las dos primeras de orden práctico: facilitar el recuento de votos en las mesas y reducir las posibilidades de anulación o impugnación, lo cual será muy importante en el previsible escenario de complicaciones en el escrutinio por fallas en la tecnología de mesa o por deficiente capacitación.
La tercera razón es de orden político. El votante de “Nuevas Ideas” no va a cruzar su voto. Es un votante que tiende al fanatismo, al endiosamiento de su líder y a la descalificación de todos los demás. Seguro votará por bandera, porque así se lo han pedido y porque los candidatos de la N en su mayor parte son desconocidos o de cartel muy desteñido. Además, en su lógica no van a ser importantes los nombres, sino la cantidad de manos levantadas para aprobar sin remilgar todo lo que llegue de Casa Presidencial.
Ante este panorama, tal vez lo más efectivo sea que reciban votos enteros los partidos de oposición, y que la opción del voto cruzado quede para otra ocasión.