Un Papa muerto sorpresivamente (vagamente similar a la muerte de Juan Pablo I), la lucha entre las alas ultraconservadoras y liberales, la aparición de un cardenal inesperado, y un desenlace (no se los voy a contar, no se preocupen) que intenta poner en evidencia la posición de la Iglesia sobre la identidad sexual. Eso es “Conclave”, la película que está haciendo estallar las redes sociales, especialmente tomando en cuenta que pronto tendremos un cónclave de verdad. Si quieren ver una película de suspenso enfocada a un thriller político, con hombres disfrazados de cardenales y un final un tanto pueril, véanla. Son buenos actores y hay escenas que valen la pena por la cinematografía. Pero si, como yo, son de los que quieren ver una película acerca de cómo es un cónclave, histórica y canónicamente certera, pues, esta no es. Ni por cerca.
“Cónclave” busca tocar esos temas candentes en la Iglesia que todos conocen. Sin embargo, el diálogo es tan superficial que terminamos oyendo lo que ya “sabemos”. Hay cardenales conservadores y liberales, los que quieren la misa en latín, los homofóbicos, y hasta el famoso "Papa Negro".
En el Cónclave se maneja la tesis que “el que quiere ser Papa es peligroso” y, por ende, el Papado es producto de una lucha de poder e intriga, en la que los cardenales están dispuestos a vender su alma inmortal para ganarse el puesto. El camarlengo, el Cardenal Lawrence, se enfrenta a dos conflictos. Externamente, tiene que conseguir que el nuevo Papa siga los pasos del antiguo. Internamente, está cuestionando su fe y su Iglesia. Esto hace que, de todos los personajes, sea el más humano. Pero ni él se salva de la ambición de querer ser, el mismo, el próximo Papa.
El problema es que todos quieren ser el Papa, y todos tienen algún problema moral. Al centrarse justamente en esos problemas morales, y dibujar a todos como un grupo de políticos ambiciosos, se pierde el realismo, hasta cierto punto, de los papables. No niego que dentro de la Iglesia haya ambición, pero al final, suponer que todo se limita a un tipo de “campaña política”, sin tomar en cuenta lo complejo de la naturaleza humana, y sobre todo, la fe con la que se reúne un cónclave, genera una falacia. Por ejemplo, en el último cónclave (2013) el Papa que resultó electo no iba con la idea de ser Papa Francisco. Él tenía lista su carta de renuncia como obispo.
Quizás por esto mismo, es que se incluye la figura del Cardenal Benítez, que al final se convierte en la figura principal y el que genera el “escándalo”. Para ello, el director se toma la licencia más grande que alguien jamás se ha tomado en una película. Resulta que el Cardenal Benítez, un español que trabaja en Afganistán, ha sido nombrado cardenal "in pectore", es decir, un cardenal que, por razones que sólo el Papa conoce, no ha tenido un nombramiento público. ¿Existen? Sí. Hubo una época, cuando los cónclaves eran menos estructurados, que muchos se presentaban como “cardenales in pectore” para participar y buscar poder político. Se supo que Juan Pablo II había nombrado cuatro cardenales in pectore. Tres se conocieron, pero el cuarto, nombrado un cardenal en el 2003, nunca se supo quién era. Un cardenal debe ser nombrado oficialmente, para participar en el cónclave, y si no participa, no puede ser Papa. Sin embargo, Benítez participa, como, aparentemente, la mejor opción, es electo y viene su posterior "revelación" de morbosidad nivel quinto grado que sumado a una explosión misteriosa en un momento crucial, un cardenal que comprando votos vía transferencia bancaria y otro cardenal que revela algo dicho en confesión por una monja,(lo cual implicaría la excomunión), además de un conclave largo (algo casi imposible en esta época), lleva la película a un final desastroso e ilógico
Desde hace muchos años, comenzando por "El Código da Vinci" y "Ángeles y Demonios", pasando por "El Papa Joven" y "Los Dos Papas", hay un marcado interés dentro de la industria cinematográfica por los "secretos" de la Iglesia Católica. Muchos de esos “secretos”, sin embargo, no son tan secretos. Se puede encontrar a los cardenales que son papables y sus biografías con una simple búsqueda en Google o en un generador de AI. Si bien los actores son de primera, y, como dije, muchas escenas me parecieron hermosas, al final la película presenta al cónclave en sí cómo una experiencia lúgubre, negativa, y corrupta, lo cual no puede estar más alejado de la verdad. La muerte de un Papa es un dolor para la Iglesia, la elección de uno, un gozo. Y siempre se debe tomar en cuenta que hay un aspecto espiritual en el proceso. No se puede equiparar a la política seglar.
Para los que la vieron y les pareció interesante, les recomiendo buscar la entrevista inédita hasta esta semana, que dio el Papa Francisco en el 2022 y a ahondar un poco en la vida y ministerio de los cardenales, porque nadie llega a cardenal así por así. Si estas películas resuenan tanto es porque existe un interés en conocer, que al tratarlo equivocadamente, se convierte en leyenda urbana y se aleja de la realidad. La historia de la Iglesia, con sus mayores y sus bemoles, es no sólo interesante sino también una explicación viva de por qué sigue caminando con los tiempos.
Educadora.