El odio

El odio no es lo que necesitamos como tampoco la medicina amarga, necesitamos respeto, visión de nación, valor, coraje y mucha valentía amar la vida con todas las fuerzas y nunca permitir que el odio o un vergonzoso protagonismo nos haga perder el rumbo.

descripción de la imagen
Bukele durante cadena nacional el 15 de septiembre, un día marcado por masivas protestas en contra de su gobierno. Foto: Presidencia

Por Ricardo Lara

2021-09-15 7:08:09

El odio es el sentimiento más bajo que un ser humano pueda albergar.

El país sucumbe al odio, todo lo que sucede entre salvadoreños no es más que un odio contra todo aquello que no sea del gusto del dueño del odio. Tenemos un enemigo en común que es la polarización y la destrucción de la democracia pero pareciera que no lo entendemos y volcamos nuestras peroratas destilando odio, rencor y por ende, se pierde el rumbo.

Personajes charlatanes tal cual burbujas de jabón que se revientan con la nada despotrican contra el todo; cuando se odia a una persona se odia al mundo, cuando se ama a una persona se ama al mundo; no se puede odiar y amar, o se odia o se ama.

Debe El Salvador dejar ese odio que nos aleja, nos confronta, nos vence y como dice el dicho: “Divide y vencerás” y en estos días tener cuidado en: “Odia y dividirás”.

La única forma de salir adelante como sociedad es que todos aunemos fuerzas, capacidades, talentos, y amor a nuestra patria pero sobre todo a nuestras generaciones para dejarles el país que merecen y no olvidemos que esos anti valores se heredan y quizá debemos revisar que el garbo o la malacrianza también se heredan y eso no merecen las nuevas generaciones por más golpes de pecho que algunos se den no logran nada ya que su altivez los eleva y su comportamiento los entierra.

En todas las religiones se habla de “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, no encuentro algo que diga: “Odiarás a tu prójimo menos que a ti mismo”, no lo encuentro y en estos momentos que el país atraviesa debemos unirnos en una sola dirección, donde nuestros valores, creencias y la fe sean nuestros referentes, aquellas luces que aun en la lejanía, no dejan de ser luces.

El odio es una arma poderosísima pues mata sin darnos cuenta y los que odian tienden a disparar dardos, flechas envenenadas, balas curadas contra sus enemigo, tristemente los que odian son quienes lanzan ese ataque, el odio regresa, se viste de charlatán y encantador requisito propio de los timadores. Las capacidades personales, tanto profesionales, laborales y mentales hacen o forjan al individuo no solo en su carácter sino en el futuro, por eso, es imperativo que dentro de los valores inculquemos a nuestros hijos dar lo mejor, que estudien y se esfuercen lo máximo que tengan hambre de leer, estudiar e investigar sin importar las dificultades que la misma vida exige, que no busquen la senda fácil.

Preferible un tropiezo en la vida a que la vida entera esté llena de tropiezos. Retomo el tema, el odio nos ha destruido como nación, pareciera que es un imposible que las partes en conflicto como es el pueblo y el estado no logren llegar a un acuerdo que beneficie a todos y así, tener y sentir orgullo de nuestra tierra, de nuestras autoridades. No es fácil, pero debemos luchar con fuerza y dejar protagonismos personales, que demostrado está ¡No sirven de nada! La ética de la vida nos permite muchísimas cosas como también nos rige en la buena conducta.

El odio no es lo que necesitamos como tampoco la medicina amarga, necesitamos respeto, visión de nación, valor, coraje y mucha valentía amar la vida con todas las fuerzas y nunca permitir que el odio o un vergonzoso protagonismo nos haga perder el rumbo.

El país nos llama, a todos, y debemos escuchar ese llamado y como hijos de una patria complicada dar lo mejor de nosotros, no pensar en el yo, sino en aquel, si, ese empleado que perderá su trabajo, esa familia que recibirá una pensión menos de lo que le corresponde, en ese momento el amor vencerá al odio, todos debemos pedir a Dios nos dé el país que merecemos. No hay opciones, u odiamos o amamos. Todo depende de cada uno de nosotros de lo que llevamos dentro, de lo que nos inculcaron, enseñaron y sobre todo cimentaron.

En mi caso particular, el odiar no puede ser parte de mi simplemente soy un ser humano que ocupa la libertad de expresión con responsabilidad y sobre todo con evidencia es parte de la lucha de libertades, esas libertades que nos mueven a buscar un país mejor.

Médico.