El rompecabezas de la seguridad

Si realmente se desea entrarle al problema, es a la FGR adonde se debe acudir. No hagamos propiciatorio para las maras que ejerciendo la violencia o armándose mejor pueden compartir un cogobierno, el ejercicio de la soberanía y el monopolio de la fuerza

descripción de la imagen
La medida de que abogados familiares de reos en el penal de Apanteos no los visiten, según disposición del director, viola las leyes, denuncian abogados. Foto EDH / Marcela Moreno

Por Mauricio Ernesto Vargas

2019-10-22 5:50:22

Los tiempos que vivimos están disminuidos en la capacidad de la toma de decisiones, con una tendencia de vivir el momento, sin argumentos racionales, información y documentos que respalden, analicen y midan el rumbo. Hay vacíos de información.
En la ciencia de la investigación se nos enseña que todo aquello que no se pueda medir no se puede corregir, y en nuestro caso como sociedad en el tema de la seguridad no tenemos herramientas que nos permitan verificar lo que se nos dice ni lo que se hace. No sabemos la realidad, cómo se ejecutaron, qué medios se usaron, si son acciones o medidas, si hay un plan, si hay alguna conversación o negociación. Con lo poco que hay, hasta la fecha es de una calma, pero sin enfrentar el problema, una apariencia de control territorial, pero no una solución al control de las pandillas, solo una percepción.
La preocupación es alta, la famosa “tregua” es un desastroso antecedente de compartir el monopolio de la fuerza, el cogobierno, etc. que deseamos mantener en la oscuridad en las áreas urbanas, suburbanas y rurales. En las colonias, barrios, dominados por las maras. Nos vemos burlados, arrodillados, sin explicación. ¿Qué pensaban estos señores? El gabinete de seguridad no puede rendirle pleitesía a nadie en este tema, sin que le dé pena, ni seguir siendo unos improvisados o con un discurso o apariciones engañosas.
Las declaraciones del “criteriado” de seudónimo Noé vuelven la controversia y nos negamos a sincerar la situación de la violencia pandilleril.
Toda la sociedad se ha visto afectada por las pandillas y ha tenido que entablar algún tipo de relación, lo que nos lleva a fortalecer a este mal y convivir con ellos y bajo las reglas de ellos, aumentando su control territorial.
En la vida política y en el gobierno se encuentran personas y funcionarios identificados desde la Operación Jaque y Operación Cuscatlán y otros conversando con las pandillas, buscando disminuir el riesgo del ejercicio de sus funciones en sus áreas de competencia y en las de control e influencia de las maras.
En los expedientes están videos e interceptación de llamadas y de reuniones aún de actuales funcionarios, buscando disminuir la interferencia de las pandillas, esa es nuestra realidad.
Me pregunto: ¿La democracia puede llegar tan lejos? ¿Llegaremos a los sucesos recientes de Sinaloa y a las decisiones de AMLO? Categóricamente me pronuncio en desacuerdo; cualquier democracia con sólidas instituciones no lo acepta. Lo ilícito no se puede convertir en lícito. Hay que darle un tratamiento técnico y dentro del marco de la Constitución y las leyes, no se pueden aceptar posiciones facilonas o basadas en emociones u ocurrencias, pero tenemos que sincerar la verdadera situación que no acepta atajos, ya que estos serán arreglos pero no soluciones. Estamos en un mundo mental sostenido mediáticamente, sin alimentos de acciones reales y concretas.
Debe estar clara la sociedad civil y sociedad política que hay que encontrar genuinamente esa realidad, no se puede aceptar pandillas y política, empresas, sindicatos, etc., sin que esto avance al estricto cumplimiento de las leyes, tampoco hacer denuncias por redes sociales, estas tienen un trasfondo político y mediático.
Si realmente se desea entrarle al problema, es a la FGR adonde se debe acudir. No hagamos propiciatorio para las maras que ejerciendo la violencia o armándose mejor pueden compartir un cogobierno, el ejercicio de la soberanía y el monopolio de la fuerza. El mensaje engañoso, lo opaco, la burocracia inexperta e incompetente enfrentará una masa desesperada y convulsa.
De no hacerlo, lo que nos seguirá acompañando se llama DESASTRE.

Diputado