El pecado de Macri

El problema fue que, una vez en el poder, Macri no solo no hizo nada sino que multiplicó los problemas que había dejado Cristina Kirchner

descripción de la imagen
Foto Por EDH-AFP

Por Manuel Hinds

2019-12-12 7:19:14

Alberto Fernández fue juramentado como presidente de Argentina el martes pasado junto con su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner en lo que pareció el regreso al pasado. Hace cuatro años, cuando el presidente ahora saliente, Mauricio Macri, tomó posesión, parecía que al fin Argentina se había liberado del peronismo, que contribuyó más que nadie a transformar a Argentina en el único caso conocido de un país desarrollado que se ha des-desarrollado. En 1914, cuando empezó la Primera Guerra Mundial, el PIB de Argentina era prácticamente igual al de Alemania. En este momento es apenas el 40 por ciento.
Parte de ese camino cuesta abajo se debió al récord mundial que tiene Argentina de 9 colapsos financieros, de las cuales 7 han tenido lugar desde 1951, cinco años después de que Juan Domingo Perón tomó el poder. Estas crisis y en general la caída sostenida de la posición relativa de Argentina entre las economías mundiales fueron, a su vez, el resultado de las políticas populistas asociadas con el peronismo, que consiguió anular las grandes riquezas naturales del país y sus posibilidades de ser competitivo industrialmente por haberlo rodeado de barreras a las importaciones (para que los productos de las industrias locales pudieran venderse en el país aun siendo más caros y de menor calidad que los disponibles en los mercados internacionales) y de barreras a las exportaciones (para que los productores de carne tuvieran que vender más barato localmente que en los mercados internacionales).
A través de los años estas y otras medidas demagógicas fueron convirtiendo al peronismo en una gigantesca red de clientelismo en la que participaban personas con las ideologías más diversas pero con el populismo como factor común. La única oposición (apartando a los militares) que tenían los peronistas eran los radicales, que eran tan o más populistas que ellos. El vicio del populismo terminó por des-desarrollar a Argentina hasta un punto en el que no era posible disimular la decadencia.
Aunque todos los gobiernos peronistas han sido malos, los de los esposos Kirchner, que gobernaron desde 2003 hasta 2015, fueron sin duda los peores. Para 2015 el país parecía estar harto del peronismo y de los Kirchner y eligió a Mauricio Macri de la Propuesta Republicana, un partido nuevo de centro-derecha. Fue el primer presidente electo democráticamente que no pertenecía ni al peronismo ni al radicalismo desde 1916. Todo el mundo esperaba que este momento iba a marcar el final del reinado de casi un siglo de los dos partidos populistas. Pero este martes, Macri le entregó el poder de regreso a los peronistas y, para rematar, a una fórmula que incluye como vicepresidenta a Cristina Fernández de Kirchner. Esto parece un voto de profunda decepción de los ciudadanos argentinos, y sin duda lo es.
Macri subió al poder prometiendo eliminar el endeudamiento excesivo del gobierno, las crisis que este endeudamiento ha causado tantas veces en la historia y las infinitamente complejas regulaciones, también populistas, que enredan el funcionamiento de la economía. El problema fue que, una vez en el poder, Macri no solo no hizo nada sino que multiplicó los problemas que había dejado Cristina Kirchner. La inflación, que había estado en 29% durante los años de la Kirchner, subió a 55% en 2019 bajo Macri. La deuda externa subió de $176,000 millones en 2015 a $280,000 millones en 2018, generando no una, sino dos crisis fiscales: la primera en 2018, que se obvió con un préstamo de $57,700 millones de parte del Fondo Monetario Internacional, y la segunda sólo un año después, en 2019, que todavía está pendiente de recibir una solución permanente. Así, Macri, que se quejaba de la herencia que recibió de Cristina Kirchner, está dejándole una peor a ella cuatro años después (datos del Banco Mundial).
La presidencia de Macri ha sido un total desastre, no solo por esas cifras sino porque, habiendo corrido como un anti-populista, fue en realidad un populista y ha dejado un rastro de hipocresía que va a perjudicar mucho los esfuerzos de otros que quieran enderezar a Argentina con políticas serias y responsables. Si los anti-populistas suben la inflación y la deuda más que los populistas, los argentinos han decidido preferir a los populistas y seguir por el trágico camino que escogieron hace un siglo cuando eligieron a Irigoyen, el primer presidente radical.

Máster en Economía Northwestern University