El fin del “buen vivir”

Conformarnos con poco debería preocuparnos cuando son tantos los temas de país en los que urge el desarrollo y es vital una ciudadanía exigente y participativa para que audite y exija rendiciones de cuentas.

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'Zarco' Rodríguez, en la previa al juego ante Jocoro en el estadio Cuscatlán. / Foto Por Archivo

Por Cristina Lopez

2019-06-02 5:42:05

El sábado se nos acabó el “Buen Vivir”. Por lo menos en lo que a la propaganda estatal respecta, porque el buen vivir de verdad, ese que se relaciona más con aquel dicho de “lo comido y lo bailado” que con el sloganismo de copy-paste del socialismo del Siglo 21, ese no lo quita nadie. Y merecida o no, si algo le heredó a punta de incompetencias y memes el “Buen Vivir” a la nueva administración es la enorme ventaja de la pobreza de expectativas.

La tendencia humana de analizar la realidad de manera relativa, es decir, interpretar hechos presentes usando el pasado inmediato como punto de comparación, favorecerá innegablemente a la administración de Nuevas Ideas. En el sentido de que el estándar de calidad ha quedado tan bajo después de la administración de Salvador Sánchez Cerén, que hasta lo poco (¡por mínimo que sea!) en materia de políticas públicas parecerá mucho en comparación. Y de este efecto deberíamos cuidarnos como ciudadanos participativos con ideales democráticos. Conformarnos con poco debería preocuparnos cuando son tantos los temas de país en los que urge el desarrollo y es vital una ciudadanía exigente y participativa para que audite y exija rendiciones de cuentas.

Y como ciudadanía tenemos complicado el tema de la rendición de cuentas. Nuestro nuevo presidente tiene un récord de antagonismo con la prensa y poca tolerancia a la crítica mediática. Aparte, invirtió tiempo y dinero en crear una estructura de medios de propaganda ensordecedora y en crear una burbuja de aislamiento en la que, para sus simpatizantes, solo existe una realidad de photoshop en la que el nuevo presidente no merece crítica alguna, pues sus constantes ataques a la prensa han buscado restar legitimidad y nublar con desconfianza cualquier reportaje que no le pinte en su mejor ángulo. Su tendencia a caracterizar a quienes le critican como enemigos de los intereses de El Salvador, en pocas palabras, busca anular la buena fe de quien, como cualquier salvadoreño, solo aspira por un país mejor.

Y claro que no la tiene fácil el gobierno entrante. No la habrían tenido más fácil los candidatos que perdieron en la última elección presidencial. La inseguridad y criminalidad que carcomen a la sociedad son la mayor deuda que nuestros gobernantes tienen con la población salvadoreña. Tampoco es menor lo mucho que falta por avanzar en mejorar la calidad de nuestro sistema educativo, para volver la educación una verdadera herramienta de movilidad social y no una simple consecuencia de las capacidades económicas. Las soluciones, por supuesto, no llegarán de la noche a la mañana, ni llegarán solo porque cambiamos de administración. La omnipresencia y protagonismo del nuevo presidente vuelven fácil perder de vista que al final, el órgano ejecutivo es sólo uno más entre los tres que como república, tenemos para garantizar el cumplimiento de nuestra Constitución. Las soluciones para los grandes problemas de nuestra nación no vendrán de decretos ejecutivos, sino de políticas públicas con visión de largo plazo, que trasciendan períodos presidenciales y surjan de coaliciones y consensos.

Lo problemático es que sabemos muy poco sobre los específicos que Nuevas Ideas implementará para corregir el rumbo, y cabe preguntarse cuán efectiva será la administración entrante en traducir su artificial campaña de mercadeo en políticas públicas sustanciales. Por el momento, la nueva administración merece lo mismo que cualquier otra: la justa aplicación del beneficio de la duda, pero limitada por el escepticismo de sentido común derivado de las irregularidades, demagogias, nepotismos, juegos sucios y matonerías que el presidente entrante usó para llegar adonde está.

Lic. en Derecho de ESEN, con maestría en Políticas Públicas de Georgetown University.

@crislopezg