El conflicto Washington-Beijin.Y nosotros, ¿qué?

El Salvador ha sido reiteradamente advertido por funcionarios de la Administración Trump de tener “cautela” y “prudencia” en nuestra relación con China

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Foto EDH / Jessica Orellana

Por Ricardo Esmahan

2019-10-15 5:45:50

La gente responde a incentivos. También lo hacen los gobiernos. Esto es fundamental tanto para la economía como para la geopolítica.
La guerra comercial entre Estados Unidos y China, que ahora es uno de los principales problemas de la economía y el comercio mundial, nos hace pensar en lo que los grandes jugadores de ese escenario realmente quieren y lo que pueden hacer. Y esto se extiende a la lucha por el dominio militar y tecnológico. Estos dos escenarios se superponen y entrelazan, por lo que saber qué impulsa cualquier decisión en particular es difícil identificar. Pero por ahora me enfoco principalmente sobre comercio.
El primer problema es que Donald Trump lidera el lado estadounidense e intereses de Occidente. Comprender lo que realmente quiere de China es difícil para nosotros los occidentales. La semana pasada, Trump alimentó el optimismo en las negociaciones con China en cuanto a resolver la guerra comercial que tiene en jaque a la economía mundial. A menudo, hace demandas escandalosas que China nunca aceptaría, lo que aparenta ser una táctica de negociación. Pero otras veces, estas demandas parecen más flexibles, buscando que China juegue de manera justa. Respetar las reglas y abrir el mercado chino a las empresas estadounidenses, con reciprocidad. Detrás de esto está el hecho de que Trump es un político que quiere ser reelegido y para ello necesita mantener su base de apoyo, la que espera que se vea duro contra China. Esto limita sus opciones de negociación.
Sin embargo, Trump también necesita mantener la economía estable, en crecimiento. Un enfrentamiento comercial extendido no ayuda. Lo único que Trump no puede hacer es dejar que China gane. Necesita que Beijing le dé, al menos, la apariencia de concesiones significativas.
Por el lado chino, Xi Jinping no tiene que postularse para la reelección, pero tiene más de mil millones de bocas que alimentar. Necesita una economía doméstica en crecimiento. Hasta la fecha, gran parte de ese crecimiento proviene de la construcción de infraestructura y la producción industrial. Con toda esa capacidad productiva, alguien tiene que comprar lo que China produce, si no se lo tragan los occidentales; la opción es los chinos. La apertura de China a los competidores extranjeros, como exige Trump, es incompatible con los requisitos que enfrenta Xi.
Permitir que Estados Unidos acceda al mercado chino hubiera sido doloroso, si no desastroso, ya que la principal solución de China al acertijo ha sido aumentar el consumo interno. El mercado interno chino es la única opción que tiene China. Las demandas de Estados Unidos de mayor acceso a ese mercado resultan imposibles de satisfacer.
A lo anterior se suma que el gobierno de China es comunista. Permite cierta competencia y actividades propias del capitalismo, pero mercados abiertos como existen en Estados Unidos son incompatibles con los objetivos de China. Esto puede explicar por qué las “negociaciones” comerciales entre Estados Unidos y China siguen fracasando. No son negociaciones reales. Un acuerdo es imposible, pero a ambas partes aparentan estar progresando.
Cuanto más se prolongue esta situación, menos confianza tendrán las empresas y más reticentes a hacer inversiones de crecimiento tendrán. Ese es el resultado, incluso si todos los involucrados (CEO, Trump y Xi) siguen haciendo lo que les parece razonable, dados sus incentivos y limitaciones.
Conclusión: esta guerra comercial no tiene puerta de “EXIT”.
Por nuestra parte, el “Pulgarcito de América” ha sido reiteradamente advertido por funcionarios de la Administración Trump de tener “cautela” y “prudencia” en nuestra relación con la República Popular de China y así evitar “trampas diplomáticas y de deuda”. El consejo: privilegiar y buscar alianzas “con un socio confiable”.

Exministro de Economía.