Euforia por una educación de calidad en el país

“Un sistema educativo comprometido con proporcionar igualdad de oportunidades educativas permite que los padres y madres puedan aspirar a una vida mejor para sus hijos que la que ellos han tenido”

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Por Ricardo Bracamonte

2021-04-19 7:29:02

Entre 1993 y 1995 se generó en el país tal euforia por alcanzar mejores niveles de cobertura y calidad en la educación que hasta se llegó a creer que era posible superar el desafío central del sistema educativo: la igualdad de oportunidades para todos los niños y jóvenes de El Salvador; sin embargo, a pesar de los esfuerzos en estos últimos veinticinco años, aquel anhelo se mantiene como una tarea pendiente.
En esos años, una concienzuda investigación conjunta entre el Instituto para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, la Fundación Empresarial para el Desarrollo Educativo (FEPADE) y la Universidad Centroamericana, UCA, de la mano con el Ministerio de Educación y con la participación de amplios sectores de la sociedad, llegó a la conclusión de que “la educación debe ser un interés nacional y por ello no puede limitarse a un proyecto de un partido político, ni de un gobierno, sino que debe verse como un proyecto nacional”.
Además, coincidieron en que “la educación está a la base de todo esfuerzo económico y social y que, por tanto, es impostergable otorgarle mayores recursos e iniciar un proceso de transformación estructural del sistema educativo, tanto en sus tradicionales formas administrativas para brindar el servicio, como en el campo técnico educativo a todos los niveles.”
“Un sistema educativo comprometido con proporcionar igualdad de oportunidades educativas permite que los padres y madres puedan aspirar a una vida mejor para sus hijos que la que ellos han tenido, por la vía de la educación y del esfuerzo”, concluye esta investigación.
Y agregan que “una educación de más calidad, que responda a las necesidades y realidades de los niños de distinto origen social, contribuiría tanto a aumentar sus niveles de aprendizaje, como a que más de ellos tuvieran éxito y continuaran en la escuela.”
“Pensamos”, sentenciaron en aquella oportunidad, “que la división de la sociedad en dos grandes grupos con marcadas diferencias en sus oportunidades de acceso a la calidad de vida y a la educación constituye uno de los principales desafíos para consolidar la paz”
El estudio, auspiciado y financiado por la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos, propuso un proceso “altamente participativo” para hacer realidad el diagnóstico. Por eso, se formó un comité especial que incluyó a más de 50 representantes de más de treinta organizaciones entre políticos, empresarios, sindicatos de maestros, universidades, organismos no gubernamentales y profesionales relevantes. Sin temor a equivocarnos, fue uno de los más grandes acontecimientos que hubo en el país inmediatamente después de la firma de los Acuerdos de Paz.
Esta trascendental experiencia se recoge en el libro de más de seiscientas páginas “La educación en El Salvador de cara al siglo XXI. Desafíos y oportunidades”, cuyo coordinador fue el investigador venezolano, Fernando Reimers, quien, recientemente, desde la Universidad de Harvard, estudia los esfuerzos que los diferentes gobiernos realizan por la educación en estos tiempos de pandemia.
Hoy, luego de un año de experimentar respuestas para que la educación siga adelante y tomando en cuenta las transformaciones en la vida política del país y los adelantos tecnológicos, no está de más traer a cuenta esos momentos en que llegó a considerarse la educación como la respuesta de muchos problemas del país.
La metodología de la investigación y las propuestas de solución planteadas en aquel entonces, pueden tener un alto grado de validez. Después de todo, las profundas desigualdades en cuanto a oportunidades educativas para amplios sectores de la sociedad, siguen latentes y la pandemia las ha desnudado aún más.

Profesor, Licenciado en Letras y Maestría en Política y Evaluación educativa