El martes 30 de marzo en este gran Diario, el doctor Óscar Picardo Joao publicó un interesante artículo titulado “Prestigio académico”.
El doctor Picardo es un científico de la educación, psicopedagogo, investigador educativo y reconocido escritor sobre temas de educación.
Ya el filósofo griego Aristóteles, cinco siglos antes de Cristo, dijo que “Educar es dar al cuerpo y al espíritu, toda la belleza y la perfección necesarias”.
Y es muy cierto, porque con la educación se cultiva tanto el cuerpo, con ejercicios físicos adecuados, como el espíritu, que, naturalmente, se enriquece con las sabias enseñanzas que establece una educación cimentada en valores humanos y en conocimientos, tanto científicos, como generales.
La sugerencia, en síntesis, que ofrece el doctor Picardo es que debe mejorarse la educación escolar en nuestro país, en escuelas, colegios y aún en universidades. Y es muy cierto.
Porque muchos profesores necesitan mejorar sus conocimientos pedagógicos. Pues, con mucha pena, hay docentes que en clase les dicen a sus alumnos cosas irrisibles. Y discúlpenme por lo que les contaré: Hace veinte años, en una reconocida escuela de Soyapango, una maestra en la asignatura de Ciencias Naturales, les dijo a sus alumnos de quinto grado que la rana era la hembra del sapo y que la iguana lo era del garrobo”.
Lo relato aquí porque un alumno —muy curioso, por cierto— en aquel tiempo me consultó que si era cierto tal aseveración. Yo le mostré un libro de la materia y le aclaré que no, que hay sapo hembra y sapo macho, rana hembra y rana macho e iguana hembra e iguana macho, garrobo hembra y garrobo macho. Y el muchacho se fue muy contento. Hoy él es doctor en Medicina.
Hay más de cien mil especies de ranas, acuáticas o terrestres, en las zonas templadas y cálidas de todo el mundo.
Y entre otras cosas interesantes, el doctor Picardo dice que “Tenemos que elevar la escolaridad del país, necesitamos más ingenieros y doctores. Pero no habrá ningún cambio en el modelo económico, ni disminución de la pobreza, mientras sigamos haciendo lo mismo”.
Y continúa: “Tenemos que elevar el ‘prestigio de nuestras universidades, y esto implica lo siguiente: a) Iniciar la transformación digital de nuestras instituciones (Gobierno, organización, servicios, etc.). b) Contratar mejores docentes y con honorarios adecuados (atraer y retener). c) Elevar la inversión en investigación y equipar laboratorios. d) Revisar la oferta académica, alineándola mejor con las necesidades laborales. e) Buscar mecanismos de transferencia de conocimientos y tecnologías desde otras instituciones más avanzadas, entre otras acciones”.
Y diciendo que “El ‘prestigio’ es una decisión ética de las autoridades, esto implica transformarse en un centro de conocimiento, cultura y verdad al servicio de la sociedad, diseñando soluciones orientando el rumbo del país. Ninguna sociedad es superior a sus universidades...”.
Y es que fue un grave error el hecho de suprimir las Escuelas Normales, verdaderas instituciones pedagógicas en donde realmente nos estimulaban nuestra vocación de maestro, nos enseñaban la pedagogía indicada de cómo enseñar, con la didáctica necesaria para conducir al alumno hacia la razón, la justicia, la verdad y el amor por el conocimiento.
En fin, de las Normales salíamos capacitados como maestros que, en verdad, nos cultivaron con amor, con capacidad profesional para practicar el bello arte de enseñar. Me gradué como maestro en la prestigiosa Escuela Normal Alberto Masferrer, de San Salvador, hace ya 60 años, y aún continúo enseñando, con mucho amor y entera satisfacción. ¡Sí, señor!
Cada maestro debería leer el interesante libro “Psicología Educativa”, del connotado mentor puertorriqueño, doctor Efraín Sánchez Hidalgo, PhD, de la Universidad de Río Piedras, Puerto Rico, Ediciones de la Editorial Universitaria, Puerto Rico, 1963. En este bello libro encontrará hermosas lecciones de cómo enseñar con vocación, amor, entrega y verdadera capacidad profesional.
Maestro, sicólogo, gramático.