El prestigio de la Carrera Docente

El país no va a cambiar o a mejorar si no dignificamos a los maestros

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Los ganadores de la gala del 2020, en los Premios Cancha.

Por Oscar Picardo Joao

2021-02-19 8:05:58

Esta semana, el destacado académico salvadoreño Rolando Balmore Pacheco Cardoza presentó su examen de candidatura a el grado de doctor en gestión pública, del Instituto Centroamericano de Administración Pública (ICAP). Su tema de disertación fue el diseño de políticas públicas educativas para la formación docente…
En su trabajo, Balmore Pacheco revisó todos los modelos formativos desde 1968 a la fecha; pasando por el empirismo, el auge de las Escuelas Normales, la Escuela Normal “Alberto Masferrer”, los Institutos Tecnológicos hasta el modelo mixto actual universitario y propuso al final un modelo ecológico.
En la discusión final con el jurado evaluador, compuesto por los doctores Jean Paul Vargas, Carlos Acevedo, Sonia Abarca, Edwin Mora y su servidor, surgió el tema del prestigio de la carrera docente y su respectiva valorización social. El Dr. Acevedo presentó la compleja realidad económica de los “círculos viciosos”, en el marco de las teorías de capital humano, en los países en vías de desarrollo: ¿podemos tener docentes de calidad en un contexto social problemático y económicamente deprimido?
Siempre he comparado la formación médica con la formación docente, no porque se deba copiar, sino como marco referencial de reflexión. ¿Por qué la profesión médica tiene tanto prestigio? ¿Por qué cuidamos la admisión a la carrera de medicina con tanto celo? ¿Por qué la formación médica es tan extensa (7 años), además se rota por cuatro especialidades (Medicina Interna, Cirugía, Pediatría y Ginecología) y tiene un año social?
Parece que la profesión docente no le preocupa mucho a la sociedad… Los docentes de educación básica también deben ser especialistas en cuatro áreas: Matemáticas, Ciencias Naturales, Ciencias Sociales y Lenguaje y Literatura. Además, deben saber de didáctica, pedagogía, psico-pedagogía, evaluación, currículo, etc. Y para todo esto solo bastan 3 años para obtener el título de Profesor…
Es paradójico y real: nos inquieta muchísimo quién administra y cuida nuestra salud, pero no tanto quién educará a nuestros hijos… La pregunta crucial es: ¿cómo dignificamos a nuestros docentes?
En el informe McKinsey (2010) “Cómo hicieron los mejores sistemas educativos del mundo para lograr sus objetivos” se nos plantea tres tesis fundamentales: 1) El techo de la calidad educativa son los docentes; 2) La única manera de mejorar es mejorar como los docentes enseñan; y 3) Un buen desempeño requiere que “todos (as)” los niños logren buen rendimiento.
Todos los planes educativos nacionales de los gobiernos, desde los Acuerdos de Paz a la fecha, han presentado en su contenido la idea de “Dignificación Docente”: Plan Decenal 1995; Desafíos de la Educación para el Nuevo Milenio (1999); Plan Nacional de Educación 2021; Plan Social y Educativo Vamos a la Escuela (2009); Plan El Salvador Educado (2014); y Plan Cuscatlán (2019)… y ninguno ha logrado absolutamente nada, a lo sumo, negociar con las gremiales un aumento de US$ 100…
¿Cómo podemos dignificar realmente la profesión docente? Veamos algunas ideas: 1) Revisar el modelo formativo, diseñando una propuesta nueva y exigente, acorde a las necesidades de la sociedad del conocimiento, de la economía de la información y de la transformación digital; 2) Mejorar las condiciones contractuales y salariales significativamente, sobre la base de un sistema de evaluación del desempeño; 3) Atraer y retener, de modo meritocrático, a los mejores candidatos; 4) Definir un curso de acción para el desarrollo profesional docente sostenido y con visión de futuro y largo plazo; y 5) Las gremiales docentes también deben revisar su rol en este proceso de dignificación, y luchar por algo más que un aumento del 5 o 10%. La valorización de la profesión no es un asunto solo de dinero, sino de dignidad y de profesionalismo, y sobre todo de posición política independiente y de seriedad técnica.
Lo anterior implicaría una profunda reforma de la Ley de Carrera Docente y, sobre todo, una sólida voluntad de diseñar una estrategia inteligente y sólida, con consultas y con los recursos necesarios para que los docentes puedan recuperar su verdadero valor social.
El país no va a cambiar o a mejorar si no dignificamos a los maestros. La estatura de una nación depende de la dignificación de sus maestros (as)…

Investigador Educativo/ opicardo@asu.edu