COVID-19 y educación social

El desarrollo del cerebro en los niños y niñas de cero a seis años es crucial –incluyamos hasta la pre-adolescencia- no dejemos que todo quede en manos de lo virtual u online, incluyamos una cuota de humanismo, realismo, naturaleza, convivencia y juegos con otros niños y niñas.

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Imagen de referencia. El programa Oportunidades es impulsado por la Fundación Gloria de Kriete. / Foto Por Húber Rosales

Por Oscar Picardo Joao

2021-02-06 7:03:20

A la escuela o colegio no sólo vamos a aprender ciencias, matemáticas, lenguaje, sociales, arte o educación física; también se dedica tiempo no planificado a una tarea esencial: convivir. El proceso de formar ciudadanos es fundamental y se suele manejar en el “currículo oculto” de los centros educativos.
La convivencia, la relación con la alteridad y la madurez emocional, constituyen un desafío para los centros educativos ¿se planifica, se piensa y se trabaja en ello? Esto suele quedar al azar de las propias relaciones inter-escolares y en la administración de los disensos entre estudiantes. Creo que se da simplemente en los recreos, casi de forma natural.
Formar ciudadanos es una tarea ética; esto implica comprender mi cosmovisión y la de los otros, respetar, dialogar, manejar mis miedos y mis iras, respetar las normas de convivencia, entre muchos aspectos más. En los primeros años de vida pre-escolar el juego, la imitación y el dibujo van definiendo la ruta ¿a qué juegan sus hijos…?
A partir de la pandemia de COVID-19, concretamente desde el 20 de marzo, los estudiantes dejaron de asistir a la escuela y su interacción social se redujo al hogar; y nos preguntamos: ¿qué va a suceder con el aprendizaje social? ¿Tendrá impacto este año de aislamiento en la vida futura de nuestros estudiantes? ¿Cómo?
Ya en el marco de la transformación digital que vivimos sabemos que los niños y niñas juegan menos con otros pares y pasan mucho más tiempo con videojuegos y redes sociales, ¿lo ha notado? ¿Cuánto tiempo pasan frente a la pantalla?
Estamos construyendo poco a poco una civilización más individualista, aislada, consumista, virtual en donde cuando algo sale más le damos reset y volvemos a comenzar. El juego es menos significativo y mucho menos simbólico. Y preocupa mucho este fenómeno, ya que la formación del símbolo en el cerebro de los niños y niñas es crucial para entender y relacionarse con el mundo y las demás personas. De los cero a seis años se configura la arquitectura del cerebro con el juguete, el juego y el dibujo ¿dibujan sus hijos?
En el Instituto de Investigación para el Aprendizaje (iiasv.org) cada día recibimos a más niños y niñas con problemas de aprendizaje y ya no son los típicos casos de déficit atencional, hiperactividad y otros fenómenos recurrentes; comienzan a aparecer otros rasgos asociados a su limitada dimensión social, es decir, problemas más serios vinculados a sus prácticas lúdicas cotidianas.
Insistimos, y mucho, que de los cero a seis años sentamos las bases del futuro; los niños y niñas no son seres humanos en potencia, ya son personas y ya se están educando con el juguete, el juego, la imitación y el dibujo. Debemos prestar mucha atención a esto. El juego no es un simple distractor o administrador del ocio, es la esencia de lo que serán en el futuro.
En esta época de COVID-19 y de educación online, en la que muchos niños y niñas pasan horas frente a un ordenador, laptop, teléfono o PC, debemos buscar alternativas en dos vías: a) Por un lado, que socialicen con otros niños –no muchos- fuera de su círculo familiar y guardando las medidas de bio-seguridad; y b) Crear rutinas outdoors juegos al aire libre, dibujar en papel y juegos para el desarrollo motriz.
El desarrollo del cerebro en los niños y niñas de cero a seis años es crucial –incluyamos hasta la pre-adolescencia- no dejemos que todo quede en manos de lo virtual u online, incluyamos una cuota de humanismo, realismo, naturaleza, convivencia y juegos con otros niños y niñas. Obviamente estamos en la sociedad del conocimiento, en la economía de la información y en la revolución digital, y los niños y niñas son parte de este cambio generacional. Pero las dos visiones no son excluyentes sino complementarias.

Investigador Educativo/opicardo@asu.edu