El reloj de arena y el sistema educativo

Partir de la realidad, paso a paso y acabadamente, sentenciaba en su Didáctica Magna, el pedagogo, Juan Amos Comenio, hace ya varios siglos. Si no, corremos el riesgo que las arenas se atasquen en el embudo del reloj y, el tiempo, en vez de avanzar, se paralice.

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Entre las principales novedades de la ley se considera la prohibición de colocar ofertas de trabajo con límites de edad. Foto Archivo

Por Ricardo Bracamonte

2021-01-21 7:57:20

Mientras leía la primera circular del nuevo año que el ministerio de Educación envía a las instituciones educativas, tan bonita, tan completa, tan cabal con sus 47 páginas, pero tan distante de la realidad y de las necesidades que enfrentan muchas escuelas, consideré que le vendría bien al sistema educativo aplicarse el mecanismo del reloj de arena.
Resulta que este artefacto usado para medir el tiempo, tan antiguo como la humanidad pensante, vierte gradualmente la arena desde un recipiente ubicado arriba a otro ubicado abajo. Luego, cuando toda la arena se ha ido, el reloj debe voltearse y el mecanismo comienza de nuevo.
Qué tal si esas finas partículas de roca fueran los técnicos del MINEDUCYT central quienes tuvieran que viajar sistemáticamente a las escuelas a darse un baño de realidad (así les decían antes a los supervisores escolares cuando ocasionalmente llegaban a los centros educativos) y sólo entonces, con las baterías recargadas, volver al escritorio, encender el aire acondicionado y comenzar a ordenar los hallazgos, propios de las iniciativas del docente en su práctica diaria o buscar alternativas de solución a problemas identificados.
Analistas de la educación concluyen que los sistemas educativos debieran funcionar como una pirámide invertida en donde los centros educativos se ubican en la parte de arriba y desde el análisis de esa práctica cotidiana urden las políticas educativas.
Pero sigamos con la dinámica: Los técnicos, con la circular “la alegría de regresar a la escuela” en la mano, siguiendo los protocolos de bioseguridad, viajan, unos a escuelas grandes, otros a centros escolares unidocentes o de multigrado; unos a las urbanas normalmente apretujadas de estudiantes en espacios pequeños, otros a las rurales sin agua potable; unos a los bachilleratos técnicos, otros a los generales; miran, observan, conversan con docentes y directores, visitan el hogar de los estudiantes, porque hasta ahí llega la escuela, hoy.
Claro que estos técnicos van con herramientas de monitoreo específicas, enmarcadas en un proceso de evaluación sistemática, cuya información será utilizada para preparar las mejores y más realistas sugerencias en beneficio de la calidad del servicio que se ofrece a los estudiantes. Luego, volverán, a retroalimentarse, a darse cuenta si lo que normaron valió la pena. Hay que engrasar la polea del sistema educativo para que la dinámica no se detenga. Dicen los académicos que esa es una manera auténtica de producir nuevo conocimiento.
La primera circular del año señala que en la etapa diagnóstica del plan que cada institución debe elaborar, no se presentan docentes (¡!¿?), a menos que formen parte del Organismo de Administración escolar (OAE) que se debe apoyar en el CMP o CV (es decir, el Comité de Padres y Madres o el Comité de Vecinos) y que luego deben establecer contacto con DDE (la Dirección Departamental de Educación respectiva) y con el CAI (Comité de Apoyo Institucional) o con el Centro de Orientación y Recursos (COR), para que el PR (Plan de Retorno) o PEEE (Plan Escolar de Éxito Educativo) sea, primero V (verificado por el MINEDUCYT) y luego C (CERTIFICADO). “Ninguna institución podrá convocar estudiantes sin la previa autorización del plan y la obtención del certificado”; sólo así se implementará la EEMES (es decir, la Educación Multimodal de El Salvador). ¡¡Guau, qué nivel!!
Partir de la realidad, paso a paso y acabadamente, sentenciaba en su Didáctica Magna, el pedagogo, Juan Amos Comenio, hace ya varios siglos. Si no, corremos el riesgo que las arenas se atasquen en el embudo del reloj y, el tiempo, en vez de avanzar, se paralice.

Profesor, Licenciado en Letras y Maestría en Política y Evaluación educativa