El potencial por descubrir (conclusiones)

Si se entra en una cancha con miedo, sintiéndose menos que el contrincante y creyendo que se va a perder, lo más probable es que se pierda

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Manuel Zelaya, expresidente de Honduras. Foto Archivo AFP

Por José María Sifontes

2020-11-27 5:53:06

En el artículo anterior hablamos de la curiosa historia de George Dantzig, matemático norteamericano de ascendencia ruso-francesa, quien en 1939 resolvió dos problemas que desde la época de Einstein nadie había podido resolver. Había llegado tarde a clase y vio los dos problemas en el pizarrón. Pensando que era la tarea de ese día los copió en su cuaderno y se los llevó a casa. Varios días después y un tanto apenado por creer que los estaba entregando tarde, los dejó en el escritorio del maestro para revisión. Aquí comenzaría el reconocimiento científico mundial y una carrera notablemente productiva de cuyos logros la Humanidad ha tenido grandes beneficios. Dantzig reconocería siempre que de haber llegado temprano a clase y, por tanto, haber sabido que lo planteado en el pizarrón eran ejemplos de problemas hasta entonces imposibles de resolver lo más probable era que ni siquiera hubiese intentado trabajar en ellos.
Impresionante historia que ha dado lugar a muchas reflexiones sobre el potencial que existe en las personas y cómo la percepción de las cosas y las expectativas influyen en los resultados. Ejemplo ideal para textos de motivación personal. Nosotros también vamos a hacer algunas consideraciones.
En primer lugar, es importante señalar que la referida hazaña de Dantzig no surgió de la nada, no sucedió como en la fábula de Tomás de Iriarte El burro flautista, que la tocó sólo por casualidad. Nada de eso, Dantzig estaba preparado para aprovechar la oportunidad que el destino le presentó. Tenía una licenciatura en Matemáticas y Física, una maestría en Matemáticas, y estaba en ese tiempo cursando sus estudios de doctorado en Estadística. Fue entrenado desde la infancia en los números y colaboró con su padre en un texto de Matemáticas. Conocía bien el tema y ya tenía habilidad. Lo fortuito del caso lo que hizo fue darle el empujón que necesitaba. Luis Pasteur dijo que la suerte favorece a las mentes preparadas, y la historia que hemos contado es un claro ejemplo de ello.
Un segundo punto es que nuestros prejuicios y paradigmas frecuentemente nos limitan. Para hacer grandes cosas, además de la preparación, es preciso creer. En nuestro medio se tiene la idea de que no hay suficientes medios para investigar y crear, y que las invenciones importantes sólo vienen de países tecnológicamente más avanzados y con dinero de sobra. Pero más allá de equipos sofisticados, de grandes laboratorios y de presupuestos ilimitados está la parte más importante: la mente creativa. Las grandes ideas no surgen de aparatos costosos sino de mentes ingeniosas. Si se tienen estos dos elementos (preparación e ingenio) la mesa está lista y sólo falta el trabajo.
Una tercera enseñanza que la historia de George Dantzig nos da es su honesta confesión cuando nos dice que si hubiera sabido que los problemas eran ejemplos de casos tan complicados de resolver ni siquiera lo hubiese intentado. Con frecuencia las personas se dan por perdedoras antes de intentar algo, tiran la toalla antes de iniciar la pelea, pensando que no lo lograran porque el desafío es muy grande o porque el oponente es muy poderoso. Ejemplos de esta actitud se observan en los emprendimientos de negocios, en las ciencias y hasta en el deporte. Si se entra en una cancha con miedo, sintiéndose menos que el contrincante y creyendo que se va a perder, lo más probable es que se pierda. Profecía autocumplidora le dicen.

Médico Psiquiatra.