La educación en nuestro país viene sufriendo, desde hace décadas, las torpezas, ocurrencias (nunca nos hemos logrado librar de los partos de la gran fábrica centroamericana de ocurrencias, que nutre agendas gubernamentales, jefes de Estado, funcionarios y últimamente a los miembros de la actual legislatura), una realidad que nos golpea a todos los bípedos pensantes en esta tierra, siguiendo la calificación aristotélica.
Las gallinas, le echaron en cara sus coetáneos al Estagirita (Aristóteles eso es), se sostienen sobre dos patas y por lo mismo son bípedas, pero sin duda no son muy pensantes, pues fuera de lo que picotean y del gallo que las corteja apenas pasan de cuidar a sus pollitos.
Los sajones advierten que si una máquina funciona bien, lo más prudente es no tocarla; eso precisamente nos pasó a nosotros los salvadoreños en 1968 cuando un perverso “consultor” italiano vino a imponer sus esquemas, uno de los cuales era darle vuelta a una enseñanza bastante efectiva y completa, la formadora de previas generaciones.
Una de las víctimas, la más valiosa, fueron las materias de lógica, moral, cívica, higiene… las que se despersonalizaron y fundieron con el cursi nombre de “sociales”.
Con la pandemia, los encierros, la educación por internet y la carencia de textos, los jóvenes que aspiran a ser “alguien” en la vida, a no vegetar ni depender de favores, tienen que poner mucho de su parte y, Dios mediante con el apoyo de sus familias, para educarse.
Hemos ya publicado los esfuerzos que muchos maestros y comunidades hacen para poder conectarse a Internet y en tal forma suplir las deficiencias que padecen, como escuelas medio ruinosas, sin agua ni sanitarios, con techos deteriorados. Ellos son héroes a su modo, que el futuro premia.
Cuando un sistema educativo como el nuestro falla a causa de insuficientes recursos, debido a que las prioridades de un gobierno son otras —en nuestro caso, la dictadura que sin dar cuentas ni consultar a nadie fuera de su círculo impone esquemas en mucha de la actividad cultural y productiva sin tener las credenciales para ello—, la tarea de educar, o sobreponerse a las fallas del sistema como ha sido, como ejemplo, la “promoción automática”, dar la debida formación a niños y jóvenes recae sobre los hombros de las familias, de los centros privados de enseñanza y de las comunidades.
La “promoción automática” en la actualidad no parece tener mayor sentido; se implantó para pasar por encima de las presiones de muchos maestros sobre sus alumnos para respaldar sus posturas políticas, como se dio cuando en los cuestionarios a aspirantes a plazas de docentes el Ministerio de Educación les pedía opinar sobre “lo efectivo del actual gobierno”, equivalente a que a los estudiantes rusos les pidan opinar sobre el criminal y envenenador Putin: nadie va a atreverse a escribir ¡es un desastre!
Educar debe ser la meta de toda comunidad en el país
Gracias a su esfuerzo y a las personas en su entorno es que muchos jóvenes han demostrado este año gran capacidad en certámenes internacionales, como a continuación enumeraremos a algunos de ellos:
Fernando Daniel Domínguez Castaneda, medalla de oro en la Olimpiada Matemática Asiático Pacífica de 2022, en la que participaron 318 estudiantes de 35 naciones.
Miguel Isaías Doradea Meléndez, ganador de medalla de oro en la VI Olimpiada Centroamericana y del Caribe de Física.
Naomy Susana Guerra Cantor, representó a El Salvador en la IV Olimpiada centroamericana y del caribe de Biología. Ganó medalla de plata.
Fredi Manuel Barraza Hernández, ganó medalla de oro en la XXV Olimpiada Iberoamericana de Química.
keysi Ventura, aceptada en el Tecnológico de Georgia… Hay muchos, muchos más que cada día se constituyen en la esperanza para esta saqueada y vilipendiada nación.
Lo procedente sería dar vida nueva al programa EDUCO, que integraba en el esfuerzo para formar niños y jóvenes, a maestros, alumnos, padres de familia y autoridades locales en un solo cuerpo; en tal manera la reparación de centros escolares, la vigilancia sobre la idoneidad y conducta de los mentores, el desempeño de los estudiantes se convierte en el común anhelo de todos.