Del optimismo al colapso en política exterior

descripción de la imagen
Muchas mujeres sufren de esta condición. / Foto Por EDH / Shutterstock

Por Napoleón Campos

2020-06-05 9:17:04

Durante la entrevista con El Diario de Hoy del 17/12/2019 condensamos los déficit y embrollos que dejaron en política exterior los 10 años del FMLN, así como los primeros pasos de Nayib Bukele.

Lo llamativo en diciembre era su periplo por Japón, China y Qatar, el cual concluyó sin anuncios sobre inversiones frescas al país, pero recuperar la relación con EEUU, alejarse en el marco de la OEA de Venezuela y Nicaragua, y reactivar la relación con México y Marruecos, entre otros aliados, eran logros de Bukele.

Pero sus pendientes eran neurálgicos: el nombramiento de embajador en EEUU junto a la dinamización del Servicio Exterior; la falta de una agenda sobre Cambio Climático (en esos días se celebraba la Cumbre del Clima COP25 en Madrid) y una estrategia para los salvadoreños en el mundo; y, la reanimación de la integración centroamericana bajo liderazgo salvadoreño.

Iniciemos por lo último. En junio 2019, Guatemala le entregó a El Salvador la presidencia pro témpore del SICA. Bukele no ejerció el cargo e hizo muy poco por el manejo de la agenda común como la COP25 que analizaré a continuación. La cumbre del SICA el 18/12/2019 en San Salvador fue deslucida como pocas en las últimas décadas: el anfitrión Bukele no acudió ni otro presidente. La pro témpore pasó a Honduras y el COVID-19 se encargó de paralizar toda iniciativa. Nicaragua presidirá desde julio 2020. La integración perderá tres semestres sin concertación alguna.

Cambio Climático. La COP25 era prioritaria para El Salvador. Es tal nuestra degradación ambiental y la necesidad de recursos externos para combatir el Cambio Climático, que la cita en Madrid era imperativa, así como una estrategia ambiental que todavía no existe en su gobierno. La estrategia trasvasa la crisis por el COVID-19 como nos lo indican los científicos: si bien la pandemia, al congelar las actividades productivas y las cadenas de suministros ha generado la mayor caída del CO2 del que se tenga registro, pero este efecto será pasajero. Greenpeace habló a cabalidad: “El Cambio Climático no hace cuarentena y la pandemia sólo ha venido a evidenciar la situación de un planeta que lleva demasiado tiempo enfermo”.

El coronavirus ha expuesto la carencia de una política para los contingentes migratorios en especial los salvadoreños sin estatus legal en EEUU. Aquí el calendario negativo será de casi dos años pues a lo no hecho hasta hoy se yuxtapone el COVID-19 con causas complejas entre deportados y varados que han alcanzado la Sala de lo Constitucional para su amparo y protección. En caso Bukele presentara su estrategia migratoria sería eclipsada por las elecciones de noviembre y el interín al segundo mandato del presidente Trump o la asunción de Joe Biden.

Si en diciembre por EEUU aplaudimos a Bukele con EEUU exponemos el colapso de su política exterior. Los primeros ecos al desafío constitucional e institucional de Bukele -al ingresar el 9 de febrero con soldados y policías antimotines a la Asamblea Legislativa (AL)- vinieron de Washington D.C. Y esa atención no ha cesado debido a la vulneración progresiva al Estado de Derecho, la Separación de Poderes y la Independencia Judicial. En un documento conocido el 21/05/2020 remitido por el Departamento de Estado al Congreso, se amplían las alertas por los “esfuerzos del Gobierno para silenciar a los medios de comunicación y a los periodistas si no apoyan la narrativa oficial” y por las amenazas contra periodistas críticos “muchas de las cuales aumentan por el trato que les da Bukele en las redes sociales”.

La Unión Europea ha hablado en idénticos términos. Los eurodiputados que atienden Centroamérica visitaron San Salvador a finales de febrero. Los parlamentarios se fueron alarmados por la “preocupante” irrupción de policías y militares en la AL. Su jefa de comitiva, Tilly Metz, expresó: “No puede haber un discurso de odio del presidente Bukele contra periodistas y contra miembros de la Asamblea Legislativa”.

El colapso se observa también dentro del gobierno dada la zanja entre Bukele y el Ministerio de Relaciones Exteriores. Nos queda claro que no es la ministra Hill quien le habla al oído al presidente cuando de política exterior se trata. Las conductas de Bukele no pueden ser avaladas por la Cancillería pues contravienen los principios y valores democráticos consagrados en tratados y convenios del Estado de El Salvador en la ONU, OEA y a nivel centroamericano, y en los programas de cooperación brindados por Europa y Norteamérica (dichos instrumentos constituyen ley de la República; Art. 144, Carta Magna). Esa zanja permite entender que siga sin titular nuestra Embajada ante la Casa Blanca.

Igualmente, el colapso corre por las finanzas públicas tras los irresponsables decretos 608 y 640 que autorizaron la gestión de US $ 3 mil millones, los cuales fueron reprobados por las calificadoras pues empujaron nuestros Títulos Valores al abismo de “deuda basura”. Bajo esa categoría, casi es imposible esquivar tasas de interés de usura como sucedió con la colocación local entre el 9 y el 10% de cientos de millones de US$ en LETES.

A una vibrante democracia corresponde una política exterior responsable: esa ha sido la experiencia mundial. Opera también lo contrario como es el caso de Bukele: a cada retroceso democrático, a un nuevo apetito autoritario, corresponde un choque con los límites internacionales.