Dime qué tuiteas…

descripción de la imagen
Imagen referencia/ Foto AFP

Por Carlos Mayora Re

2020-04-10 6:29:58

Desde que las redes sociales entraron en nuestra cultura ya nada ha vuelto a ser igual. Facebook abrió brecha, y desde entonces nos enteramos de cosas de las vidas de los demás que antes era inimaginable saber, y no porque seamos unos fisgones, o entrometidos, sino porque la gente deja en la red de redes una huella imborrable que, con poco que uno haga, es fácil de seguir.

Lo que subimos a las redes nos retrata. Pero no sólo por las declaraciones explícitas que en ellas hacemos, no solo porque nuestro trazo es capaz de revelar algunos rasgos de personalidad, sino, sobre todo, desvelar nuestra forma de ver el mundo.

Los motivos para publicar nuestra vida, pensamientos, actividades, son tan variables como personas hay. Así, alguien que postea continuamente puede ser, simplemente, muy extrovertido, o no: también puede hacerlo con el objetivo de reafirmar su personalidad y recibir aprobación de los demás… Es decir que la continua exposición de la propia vida puede al mismo tiempo obedecer a una baja autoestima (que mendiga aprobación), o a un alto concepto de sí mismo (que necesita ser expuesto).

¿Qué dicen los expertos? De todo. Citemos un sociólogo de la Universidad Abierta de Catalunya: “existen estudios que indican que las personas realmente satisfechas con sus vidas, no realizan publicaciones constantes en las redes sociales. No sienten la necesidad de aprobación ni de exhibir su identidad”. Mientras, por otro lado, entre quienes publican y publican se han encontrado “personas narcisistas que tienen la necesidad de dar una buena imagen y esconder las miserias y las cosas sencillas que les pasan, porque las críticas o el rechazo les sienta muy mal”.

Para muestra un botón. Después de un estudio muy completo de la actividad de Trump en Twitter “según el estudio llevado adelante por Martin Obschonka, del Centro Australiano de Investigación del Emprendimiento de la Universidad de Tecnología de Queensland, y Christian Fisch, de la Universidad Trier de Alemania, que publica el Springer’s Journal Small Business Economics, el empresario y presidente de Estados Unidos, es un hombre creativo y competitivo al que le encanta sobrepasar las normas y además tiene tendencias neuróticas”.

¿Qué revelaría la actividad tuitera de nuestros políticos criollos? Lo dejo a la imaginación de los lectores.
En todo caso, es bueno considerar que lo que publicamos es una especie de tatuaje virtual, que con poco que alguien se esfuerce, puede sacar a la luz. Marcas que nos determinan y que, paradójicamente, nos colocamos voluntariamente, aunque no conscientemente. Y que, como todo lo que se conoce públicamente, tiene consecuencias.
Hay personas que guardan unidad entre lo que publican y lo que viven, que logran superar la dicotomía entre ser y parecer a la que todos alguna vez estamos sometidos. Pero no es fácil lograrlo, pues se requiere madurez y una personalidad segura de sí misma, al mismo tiempo que consciente de la necesidad de las relaciones interpersonales para el propio enriquecimiento.

Lo más interesante es que todo lo anterior no sólo es así, sino que las redes lo saben. La tecnología se perfecciona cada vez más y el comportamiento de los usuarios en Internet es analizado para saber no sólo qué consume cada uno, o qué podría consumir, sino para estar seguro de cómo piensa la gente en asuntos políticos, sociales, religiosos, económicos, etc. Y, por lo tanto, qué tipo de comportamientos podría desarrollar en determinadas circunstancias.
La ingente cantidad de datos que se recogen de todas las personas que utilizan ya no sólo las redes sociales, sino la Internet en general, permiten, además, diseñar estrategias políticas, mercadológicas, de seguridad nacional, de sanidad… Y posibilitan a los políticos, los analistas de mercado, las autoridades de salud, etc., adelantarse a los acontecimientos y predecir el futuro. No sólo el de cada uno, sino el de amplios sectores de la sociedad.

Ingeniero.