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Foto: EDH | Archivo

Por Teresa Guevara López

2019-08-17 5:44:00

Recientemente El Diario de Hoy publicó una entrevista con la Dra. Ana Cristina González Vélez, ex Ministra de Salud de Colombia, quien afirma que la penalización del aborto en nuestro Código Penal intimida a los médicos que dudan cuando una mujer llega a emergencia después de un aborto espontáneo o natural, la acusan de haberse provocado un aborto.

Para ella, el aborto es “el procedimiento que busca que la gestación no termine en nacimiento” y que la mayoría de las cortes han resuelto que la única persona en esta ecuación es la madre, como única portadora de derechos.
La otra es una vida en gestación, una vida potencial que en ningún caso va sobre la protección de la vida de la persona, que es la madre. Y que la prohibición al aborto impone a una sociedad entera, la moral de unos pocos.

Resulta curioso que para la Dra. González, la vida potencial o en gestación no es una vida, que solo es defendida con argumentos morales o religiosos.

Posteriormente el periódico entrevistó a la Dra. María Eugenia Barrientos, médico salvadoreña, madre de cinco hijos, quien desde la medicina y la microbiología presentó argumentos no religiosos para oponerse a la despenalización del aborto. Y al referirse al término políticamente correcto de “interrupción del embarazo” recuerda que la palabra interrupción viene del latín “romper en pedazos” que es precisamente el aborto: romper en pedazos la vida de un niño, de un nuevo ser gestante, y que en realidad viene a romper dos vidas, la del niño y la de la madre.

Comenta que en su clínica lleva seguimiento a madres que han abortado y están eternamente apenadas, sufriendo frecuentes ataques de pánico, terrores nocturnos y sueños constantes con ese hijo no nacido. Una de ellas, que había participado en marchas exigiendo el aborto, confesó que lo hacía porque le quitaba un cargo de conciencia, como una justificación a lo que ella había hecho.

Al preguntar a la Dra. Barrientos si el feto es un ser humano con derechos, insiste en que está científicamente probado que el embrión es el origen de la vida, que en sus primeras semanas se da el desarrollo del cerebro, nervios, sistemas digestivo y urinario. Y en las siguientes semanas se desarrollan las características externas: abrir los ojos, aumentar tamaño de piernas, brazos y manos. Por lo que si algo se nutre, se alimenta, se divide y multiplica, es que tiene vida, siendo por lo tanto sujeto de derechos como su madre.

Y si el aborto se justifica por una violación, afirma que la causa tan cruel del embarazo no justifica la muerte de nadie, porque el hecho traumático al que fue sometida la mujer, se mantiene permanentemente actual por el trauma post-aborto. Porque si ella fue una víctima, puede considerar dar la vida a un ser que puede crecer y convertirse en alguien magnífico que algún día le agradecerá por no haber tomado la decisión de matarle.

Su conocimiento del tema le permite asegurar que la mayoría de muertes de mujeres se dan por falta de controles del embarazo, porque no sabían que eran diabéticas o hipertensas. Que no hay razones suficientes para justificar abrir clínicas para hacer abortos voluntarios, que ella califica de pequeños cementerios, donde salen a diario seres humanos muertos. Que el Estado debe invertir en clínicas que lleven excelentes controles del embarazo para lograr niños sanos. Tendríamos un logro como nación, digno de imitar incluso por países desarrollados.

Ante estas dos posiciones, nos toca elegir entre la que aconseja construir para dar mejores servicios a las mujeres embarazadas, y la que exige la aprobación de leyes que permitan asesinar a inocentes no nacidos. Se comprende que trabajan tan duro porque representan fuertes intereses económicos.

Maestra.