La dolarización de Venezuela

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Manuel Hinds / Foto Por Archivo

Por Manuel Hinds

2021-01-22 5:43:02

En esta semana ha habido dos noticias muy significativas con respecto a la dolarización. La primera es que el gobierno de Venezuela al fin está comprendiendo que el valor de la moneda no lo da el banco central sino la gente. Es una lección que es necesario entender muy claramente no sólo en Venezuela sino en todas partes. Chávez y sus seguidores creyeron por mucho tiempo que para que haya dinero hay que imprimirlo, y que mientras más se imprime, mejor. Pero mientras más lo creaban, mayor era la inflación y las devaluaciones, hasta que el dinero venezolano perdió casi todo su valor.

Chávez creó una nueva moneda que él llamó el Bolívar Fuerte, creyendo que al decir que era fuerte no se iba a devaluar. Él cuidaba de que no se devaluara en el mercado oficial, pero en ese mercado solo participaban el gobierno mismo y los privilegiados por el partido. Para los demás, la nueva moneda seguía devaluándose.

La inflación y las devaluaciones han sido tales que el país se ha desmonetizado. Los bolívares ya no sirven de nada. Los precios en bolívares se inflan cada día mientras los precios en dólares se mantienen estables. El dólar ha comenzado a sustituir al Bolívar, fuerte o no fuerte, masivamente. La gente lo evita haciendo trueques mientras que las transacciones monetarias las hacen en dólares. Esta semana, con un raro pragmatismo, el gobierno ha permitido que se abran cuentas en dólares en los bancos, lo que ha permitido que los bancos al fin intermedien los pagos y las transferencias.

Demás está decir que el país está yendo muy rápidamente a una dolarización del sistema bancario que, en términos prácticos, representa una dolarización del país entero, ya que, en una economía moderna, la inmensa mayoría de los medios de ahorro y de pago y de las transacciones se realizan por medio de los bancos (cheques, cuentas corrientes y de ahorro, certificados de depósito a corto plazo, tarjetas de crédito y débito, transferencias, operaciones por teléfono, etc.) y no por medio del efectivo. Aunque no lo diga y aunque no lo haga oficialmente, Venezuela se está dolarizando. El no dolarizar oficialmente es una tontería porque mantiene viva una moneda que sólo los pobres, los que no tienen acceso a los bancos, usan. Así, los pobres son los que se quedan con las inflaciones altas, las devaluaciones y las tasas altísimas de interés en los mercados informales, mientras que los otros operan con tasas bajas de interés, una moneda sólida y largos plazos en los créditos.

La otra noticia, contrastante, fue un pánico que cundió en las redes sociales por un tuit en el que el autor terminaba diciendo que crear una moneda que nadie necesita y que se comenzaría a devaluar antes de instalarla parecería una “buena idea” para este gobierno, en lo que parece un ejemplo muy claro de ironía. Por supuesto, para un gobierno que, como el actual en El Salvador, hace cosas como incrementar sin límite las deudas del país sin hacer nada claro con el dinero así obtenido, el crear una moneda que comenzaría a devaluarse precipitadamente no parecería una mala idea.

Pero desdolarizar sería una categoría de tontería que ni aun este gobierno cometería. Contribuiría a destruir más rápido al país sin darle ninguna ventaja al presidente o a sus aliados. Tendría efectos muy graves en la economía, incluyendo un aumento drástico en la tasa de inflación y en las tasas de interés y una disminución de los plazos de los créditos, lo cual arruinaría el comercio y la construcción, lo cual arruinaría la producción del país. Si no hay comercio, no hay producción, y si las tasas de interés para comprar maquinaria y equipo son muy altas, no hay inversión y tampoco hay ventas. La gente no podría pagar las viviendas que ya compró. Así de simple.

Sería meterse en el hoyo del que Venezuela sólo hasta ahora, habiendo pasado enormes sufrimientos, está comenzando a salir, al comprender que el pueblo le da valor cero a la moneda local y que está usando el dólar para guardar sus ahorros y hacer sus transacciones. En El Salvador, desdolarizar aniquilaría los ahorros y los ingresos de toda la población, pero especialmente los de los más pobres. Es seguro que eso no les importa al presidente y al gobierno. Pero les crearía problemas políticos que no podrían resolver.

Máster en Economía

Northwestern University