Digámosle sí a la vida…

Ya pasaron cinco años y eres una hija hermosa. Me enamoro de ti a diario y no puedo verte sin recordar lo que padeciste. Cualquier cosa, por valiosa que sea, no es nada frente a quien amas tanto...

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Este año la administración del Canal ha aplicado ajustes al calado. Foto EDH / Archivo

Por Jonathan Navarro

2019-07-28 8:28:34

El debate sobre el aborto siempre está servido. Opiniones en favor y en contra siempre hay. Quiero contarles esta historia para reflexionar.

A los dos meses de casados, reciben la hermosa noticia que serán papas. La ilusión de esperar un hijo es única, es fantástica; es leer libros, preguntar opiniones, es saber que no sabes que vas hacer y te preocupas por seguir lo preestablecido, ir a cada control médico, al que llegas angustiado, pero sales revitalizado cuando te dicen que todo marcha bien.

Pasan los primeros tres meses y lo que todos dicen es que ahora todo será más fácil, porque los meses de riesgo ya han pasado y tras cada control médico te sientes con más seguridad. Escuchas sus primeros latidos, y ahora esperas con ansias el siguiente control, porque quizás entonces te dirán si es un niño o una niña, pero tú solo piensas que lo importante es que venga sano.

El doctor te advierte que cuando lo veas con más frecuencia, es síntoma que tu bebe está más cerca de nacer. A medida que los meces pasan los controles se vuelven más sofisticados y por medio de una pantalla ves por primera vez sus piernas, sus manos, y su rostro… qué maravilla será para el álbum de recuerdos su primera foto 4D.
Siete meses han transcurrido. En el último control te informan que las cosas no pueden ir mejor. Feliz y confiado continúas con tu día a día, hasta que una noche, a ella se le rompe la fuente y no sabes por qué. De emergencia al hospital, fingiendo estar tranquilo porque alguien debe tomar el control. El medico nota que ella no tiene contracciones, advierte que por el tiempo de gestación los pulmones del bebé no han madurado.

Pasan los días entre hormonas y antibióticos, y ya tu residencia temporal es un hospital, ella en cuidados intensivos haciendo una sola cosa: nada, porque ahora solo dependes de lo que puedan hacer los médicos. Qué difícil es no tener el control. Y después de una semana que ha parecido un mes, el médico detecta síntomas de infección y escuchas unas palabras que no dejarán de hacer eco en tu vida nunca: “Ya no podemos esperar más, él bebe tiene que nacer”.

En la sala de cirugías, sabiendo que uno de cada diez bebés nace prematuro y los médicos te explican que no hay forma de explicarlo, ves nacer al bebé, pesando tres libras, y sin posibilidad siquiera de recibir medicamentos. La ilusión de tener en tus brazos a tu bebé se ha vuelto la dura realidad de verlo detrás de un cristal, alimentándose a traces de sondas, y que el beso más amoroso que puedes darle es el de mantener activo su respirador artificial.

Una semana en cuidados intensivos, un mes en incubadora y cuatro meses de cuidados exhaustivos, pero tu bebé está bien y ya se te metió en el corazón. Y mientras tú viviste el suplicio de verlo luchar por su vida desde antes de nacer, hay quienes que limitan la vida sin dar siquiera una oportunidad de luchar por ella.

Ya pasaron cinco años y eres una hija hermosa. Me enamoro de ti a diario y no puedo verte sin recordar lo que padeciste. Cualquier cosa, por valiosa que sea, no es nada frente a quien amas tanto… Yo, por ejemplo, solo puedo regalarte recuerdos que te llenen de alegría cuando más falta te hagan.

Digámosle siempre sí a la vida, porque hasta que no lo experimentas, no sabes en verdad qué es amar.

Abogado