PUSIESQUE…en esta época de crisis, que algunas mentes calenturientas aprovecharon para hablar hasta de fundar un “nuevo país”, recordé la brillante novela corta de Orwell, REBELIÓN EN LA GRANJA: genial alegoría —además de corrosiva sátira— en la que se expone, de modo sarcástico, la experiencia y la transformación humana ante el poder.
Perdonarán el “spoiler”, pero el argumento esencial de esa novela va así:
a. Hay una finca, propiedad del humano Howard Jones, totalmente descuidada y deteriorada, llamada “Granja Manor” (Jones sería algo así como “los mismos de siempre”).
b. Resulta que los animales de esa granja se rebelan, expulsan a Jones y toman el poder, fijando nuevas reglas para —supuestamente— crear igualdad de oportunidades para todos.
c. Incluso se establecen nuevos mandamientos, que ahora son solo 7, y el último de esos mandamientos dice: “Todos los animales son iguales”.
d. Una vez que la rebelión se consolida, quienes alcanzan el liderazgo son los cerdos, sobre todo uno llamado Napoleón.
e. Napoleón logra expulsar a todos sus contrincantes y hasta a sus antiguos compañeros de lucha, así que termina apropiándose del poder absoluto en la granja, que ahora se llama “Granja Animal”.
f. Para controlar al resto de animales, Napoleón se apoya tanto en la fuerza de unos perros bravos (¿se referirá Orwell a gente con armas?), como en la habilidad retórica del cerdo Squealer (algo así como, ocupando términos actuales, desinformadores, troles y semejantes).
g. Napoleón logra controlar la granja, en mucho porque las ovejas y las gallinas (es granja en tierra…no hay focas) son sus fanáticas seguidoras, que básicamente se limitan a repetir las consignas y frases (póngalo moderno: puros tuits) que día a día se inventa Squealer, para convencer que todo lo que dice Napoleón es cierto y correcto.
h. De esa forma, Napoleón se convierte en el todopoderoso de la granja (además de cambiar el nombre de la granja, modificó el escudo).
Una vez Napoleón se apropia del poder, él (…) “rara vez se presentaba en público; pasaba todo el tiempo dentro de la casa, cuyas puertas estaban custodiadas por canes de aspecto feroz. Cuando aparecía, era en forma ceremoniosa, con una escolta de seis perros que lo rodeaban de cerca y gruñían si alguien se aproximaba demasiado. Ya ni se le veía los domingos por la mañana, sino que daba sus órdenes por intermedio de algún otro cerdo, que generalmente era Squealer”.
Y es que Squealer era bueno para dar paja, pues “los domingos por la mañana (…) leía largas listas de cifras, demostrando que la producción de toda clase de víveres había aumentado en un 200 por ciento, 300 por ciento, o 500 por ciento, según el caso. Los animales no vieron motivo para no creerle, especialmente porque no podían recordar con claridad cómo eran las cosas antes de la Rebelión. Aun así, preferían a veces tener menos cifras y más comida”.
Así que, al final, en la granja, todos los mandamientos quedaron sin efecto, salvo el último…pero con una pequeña acotación: “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”.
Aprovechando la metáfora continuada de Orwell, me pregunto si en el país, en esta época de pandemia, en el sistema hospitalario público, ¿reciben todos los pacientes el mismo trato?… ¿o existirán funcionarios que son más iguales que el resto de ciudadanos? …solo es la duda, para responder a un amigo.
P.D.: no sean alcanzativos…esa novela de Orwell se publicó en 1945, como crítica al sistema estalinista…si ustedes encuentran alguna semejanza con la actual realidad nacional, ello ya es, en verdad, pura, purita casualidad, fruto de su imaginación.
Abogado constitucionalista.