No hay democracia sin transparencia

Tan celebrado triunfo fue poco transparente, ya que los partidos competidores con el oficial, distaban mucho de estar en igualdad de condiciones. Nayib estuvo en perpetua campaña electoral muchos meses antes de ser autorizada por el TSE, usando millones en fondos estatales, mientras silenciaba a la oposición al negarles la deuda política a la que por ley tenían derecho

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Paolo Lüers. Foto EDH/ archivo

Por Teresa Guevara de López

2021-03-27 10:00:01

La cadena nacional del 21 de marzo fue un mensaje triunfalista del presidente Bukele tras la arrolladora victoria que sus partidos NI y GANA obtuvieron en las elecciones del 28F. Un proceso que él calificó de democrático y transparente, porque el pueblo le dio una mayoría en la Asamblea y en la mayoría de municipios, pero bastante alejado de la realidad, según análisis del Lic. Ricardo Avelar en El Diario de Hoy.
Alguien ajeno a nuestra realidad celebraría este triunfo y los méritos del presidente para lograrlo, aunque el planteamiento presidencial se asemeja más a un imaginario mundo de maravillas, que para felicidad de los salvadoreños se inició el 3F cuando el 53% de la votación le dio su voto, para comenzar una nueva era que llevará al país por nuevos caminos de desarrollo ya que el mandatario se autodenomina “un enviado de Dios” en esta nueva historia.
Pero tan celebrado triunfo fue poco transparente, ya que los partidos competidores con el oficial, distaban mucho de estar en igualdad de condiciones. Nayib estuvo en perpetua campaña electoral muchos meses antes de ser autorizada por el TSE, usando millones en fondos estatales, mientras silenciaba a la oposición al negarles la deuda política a la que por ley tenían derecho. De igual manera, no permitió a los alcaldes desarrollar ningún tipo de obra en favor de la ciudadanía, al retener el FODES por más de 8 meses. Como una pelea de box, en que un campeón mundial se enfrenta con un retador ciego y atado de ambos brazos, y luego proclama orgullosamente su victoria.
Regaló con dinero del pueblo bolsas de alimentos, bonos en efectivo, casas y computadoras e inauguró obras públicas y otros programas, prohibido por ley en vísperas de elecciones. Su nombre y figura con la letra N lo convertían en el candidato único, lo que demuestran algunas anécdotas del 28F, cuando ingenuos votantes pedían ayuda a los orientadores, porque no encontraban en la papeleta la foto de don Nayib, pues querían votar por él. Situación inmortalizada por el genial Ruz, en una caricatura donde una votante reclama que “había votado por Nayik, pero que quedó Will Salgado”.
Aunque reiteró su respeto a la libertad de expresión, él y sus funcionarios han acosado y humillado a periodistas y ciudadanos, con discursos de odio de parte de fanáticos de su gobierno, intimidando a los medios, utilizando la pauta del Estado para castigar a quienes ejercen el periodismo de manea crítica, afirmando que no negociará con el FMLN y ARENA. ¿No se considera presidente de todos los salvadoreños?
Aseguró que los nuevos diputados no serán como los anteriores: no podrán abusar de fondos públicos, no recibirán bonos, no harán viajes de placer y se reducirán los privilegios. Pero olvida que el ejemplo vale más que mil palabras, y que él y sus funcionarios se han aprovechado descaradamente de los fondos del Estado. Desde la falsa promesa de terminar con la partida secreta, hoy convertida en gastos reservados, y en la reserva impuesta al contrato de la Lotería, a los fondos invertidos en la pandemia, al costo del Hospital El Salvador, al secretismo con el programa de vacunación y los $5 millones gastados en las cabinas inútiles, evidencian la corrupción latente, que ha beneficiado a muchos funcionarios con negocios nada transparentes. Lo confirma el acoso a las instituciones contraloras como la CCR y el IAIP. Los nuevos funcionarios que tengan la buena intención de obrar con principios éticos, deben recordar una frase del Evangelio que Jesús dirige a los fariseos: “Hagan lo que ellos les digan, pero no hagan lo que ellos hacen”.

Maestra.