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Padmé Amidala tenía razón

el 15 de septiembre de 2022, el dictador anunció -en esencia- que un grupo de arribistas sociales, cansados del “sufrimiento” que les genera la exclusión por parte de la élite económica y social del país, han decidido permanecer en el poder político todo el tiempo que puedan, a fin de lograr apropiarse de medios económicos que les permitan incorporarse a la -para decirlo en términos marxistas- oligarquía nacional.

Por Enrique Anaya
Abogado constitucionalista

Cuando se mira y oye el patético y vergonzoso espectáculo del pasado 15 de septiembre de 2022, cuando el antes presidente y ahora dictador comunicó la formalización de la dictadura y, de modo específico, cuando la camarilla de serviles y cobardes seguidores del dictador aplaudieron y gritaron “reelección”, asemeja que es una reproducción de mal gusto de una escena icónica del episodio III de la saga Star Wars, La venganza de los Sith, cuando el congreso concede poderes extraordinarios al senador Papaltine (en realidad, un sith, Darth Sidious), y la senadora Padmé Amidala proclama: “Y así es como muere la libertad, con un fuerte aplauso”.


Y es que el anuncio de la formalización de la dictadura -pues el régimen que nos desgobierna se quita cualquier careta democrática- es también el aviso del inicio explícito del próximo fraude electoral, pues anunciar la “nueva” candidatura presidencial del actual inquilino de Casa Presidencial (CAPRES), se está rompiendo la regla fundamental del sistema electoral salvadoreño.


En efecto, es importante tener en cuenta que el fraude electoral no se limita ni reduce a la alteración de los resultados de una votación, sino que fraude existe cuando hay una alteración grave en las reglas electorales más esenciales de un país y, en El Salvador, la regla electoral más importante es el principio de alternabilidad en el ejercicio de la presidencia de la República o prohibición de reelección presidencial inmediata, al grado que está consagrado en al menos 6 disposiciones constitucionales.

De todas las normas constitucionales que prohíben la reelección presidencial inmediata, quizá la más clara y contundente es el artículo 154 de la Constitución, que señala que el período presidencial es de cinco años, y que la persona que ocupa dicho cargo no puede permanecer “ni un día más”: esta es una expresión que en el constitucionalismo nacional aparece desde la Constitución de 184, es decir, el principio de alternabilidad en la presidencia de la República -como prohibición de reelección presidencial inmediata- existe en El Salvador desde hace más de 180 años.


Ahora bien, el discurso del dictador, del 15 de septiembre de 2022, contiene otras declaraciones estrambóticas, entre ellas:


El dictador se presenta, en esencia, no únicamente como un nuevo prócer de El Salvador, sino como un “nuevo mesías”, ya que según él, en los 200 años previos, El Salvador nunca ha gozado de libertad ni de democracia: según ese señor, con él es que inicia la “verdadera” historia salvadoreña, con él es que nace el país. Ya sé que parece chiste, pero es anécdota: el dictador es el líder mesiánico de una secta que piensa que El Salvador nace a la vida en 2022, que cree que con él ha existido una liberación, una epifanía que ha generado una nueva y verdadera “libertad”.


Además, el dictador, así sea de modo implícito, acepta que todas las acciones tomadas por él y sus empleados de la Asamblea Legislativa -mal llamados diputados- desde el 1 de mayo de 2021, es parte de un proceso delictivo, esto es, admite que la separación de los magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y la destitución del 30% de jueces, son actos hechos para impedir que nadie afecte la reelección presidencial inmediata (aunque ya sabemos que lo que en realidad persiguen es una “presidencia vitalicia”, la permanencia indefinida del dictador en la presidencia).


También, el dictador declara que continuará en el poder, no solamente 5 años más, sino todo el tiempo que él decida qué es lo mejor para el país, mientras el pueblo se lo pida: eso sí es tanto una tragedia como un chiste, pues esa forma clásica de justificar la permanencia ilegítima en el poder, es un ejemplo típico de cinismo político y social, propio de gobernantes autocráticos, de sátrapas (como sucedió en Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador y hasta en Rusia).
Así que los salvadoreños deben estar conocedores de la realidad social, política y jurídica: la reelección presidencial inmediata ha estado y está expresamente prohibida en la Constitución, así que el solo anuncio de la candidatura del actual inquilino de CAPRE es la formalización de un fraude electoral, la consolidación de una dictadura.

Así que, dejando de lado los eufemismos o el lenguaje diplomático, debemos ser honestos, y admitir que el 15 de septiembre de 2022, el dictador anunció -en esencia- que un grupo de arribistas sociales, cansados del “sufrimiento” que les genera la exclusión por parte de la élite económica y social del país, han decidido permanecer en el poder político todo el tiempo que puedan, a fin de lograr apropiarse de medios económicos que les permitan incorporarse a la -para decirlo en términos marxistas- oligarquía nacional.


Así que, salvadoreños, ya estamos -para decirlo en vocablos propios de Star Wars- en la época del predominio del lado oscuro de la historia.


Abogado constitucionalista.

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