No, amigos, al titular no se le coló un gazapo. Hoy es el Día Nacional de la Oración, pero debería ser de la Or-acción, porque la plegaria sin acción está vacía. Es como la fe sin obras… está muerta.
Una vieja canción de protesta de Los Guaraguao decía que “no basta rezar” y esto es muy cierto.
De niños y gracias a nuestras madres y abuelas, aprendimos a agradecer a Dios al dormirnos, al despertar y al tomar nuestros alimentos en familia y a solas; aprendimos el Padrenuestro, avemarías, laudes, rezamos el Rosario y cantamos los salmos. Y todo eso es bueno y nos alegra el espíritu, pero si no lo traducimos a la acción, a ser mejores cada día y hacer el bien a nuestros hermanos, se queda vacío.
Como decía San Pablo y cantamos en la misa, “si yo no tengo amor, yo nada soy, Señor”. Y el amor es el fruto de la oración y el desprendimiento.
Si sólo repetimos como loros una jaculatoria o una frase no estamos haciendo nada. Es importante sentir, reflexionar, pero, sobre todo, vivir eso que estamos proclamando.
De nada sirve que vayamos a la misa o al culto a darnos golpes de pecho y elevar plegarias si no somos capaces de cambiar para mejorar nuestras vidas y las de los demás.
Me gusta el pasaje del Evangelio que relata que dos hombres subieron al templo y uno se creía justificado por cumplir con todos los preceptos y no ser pecador como el otro. Este último, compungido, pedía perdón a Dios y con amargura reconocía… “soy un pecador”. O el pasaje de la fenicia que pide por su hija enferma y que no le importa compararse con un perro para mostrarle su humildad a Jesús.
En Estados Unidos se celebra en mayo el Día Nacional de Oración. Hace algunos años pude asistir a una ceremonia que reunió al entonces presidente George W. Bush y los principales líderes del Congreso, empresarios, profesionales y representativos de la sociedad estadounidense en Washington DC, todos cantando a voz en cuello el clásico “Amazing grace”.
No me cabe la menor duda de que la oración con acción ha sido clave en el desarrollo de esa sociedad, así como la nuestra, que por siglos ha caminado detrás de su Divino Salvador, “el Colocho”, pero muchos de sus hijos se han desviado por la violencia y la sinrazón porque la oración dejó de tener sentido en sus vidas.
Por una iniciativa de un grupo de salvadoreños inspirados, en 2003 la Asamblea Legislativa aprobó el decreto número 161, el cual declara cada 23 de noviembre el Día Nacional de la Oración. Debieron pasar muchos años para que la petición fuera tomada en cuenta en el Congreso y se promulgara.
Pero todos los días deberían ser el Día Nacional de Oración, tanto personal como con la familia, con los amigos, con los vecinos, procurando que la oración pase a ser acción entre todos y por todos, hasta por los pandilleros y los grupos o personas que buscan dañarnos.
En esta fecha especial recordemos que la mejor oración no es la más corta ni la más larga, sino la oración sincera…
¡Feliz y bendecido Día Nacional de
la Or-acción para todos!
Periodista