Riqueza

“Me acuerdo cuando, para mí, esta canción hablaba de mi padre (“Viejo, mi querido viejo” de Piero). Ahora es como mis hijos me ven a mí. Ser padre ha sido mi tarea más importante en mi vida. Si por los resultados he de ser juzgado, puedo decir que lo hice bien”.

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Paris Jackson. Foto agencia AFP

Por Jorge A. Castrillo H.

2021-06-18 6:13:00

La riqueza es abundancia, es plenitud. Más que todo, la verdadera riqueza es gozo. Quien no goza de lo que tiene jamás será un buen rico. La riqueza no depende de cuánto se tiene sino de qué tan bien se goza lo que se tiene. ¡Cuántas personas ricas he conocido que, teniendo en abundancia, no saben gozarlo! Algo más: la verdadera riqueza siempre es compartida. Con la sola excepción de la soledad, se goza enteramente solo aquello que se comparte. Compartir, además, genera felicidad.
Walt Disney dio en el clavo al crear el personaje de Rico McPato, aquel archimillonario abuelo que, a pesar de tener tanto dinero, nunca era feliz. Tampoco la Iglesia Católica se equivocó al incluir la avaricia como uno de los pecados capitales. Si ser avaro no fuera suficiente castigo en esta vida, hay que saber que la avaricia trae consigo la desconfianza, el egoísmo y la envidia. La avaricia convierte al rico en una persona mezquina. Y un mezquino nunca será feliz. Así lo tenga todo. Si no sabe lo que mezquino significa, le copio acá lo que pone el DRAE: 1. tacaño. 2. Falto de generosidad y nobleza de espíritu. 3. Pequeño, diminuto. 4. Pobre, necesitado, falto de lo necesario 5. Desdichado, desgraciado, infeliz. Dicho sea de paso, nunca es tarde para adquirir la buena costumbre de acudir al DRAE cuando desconoce el significado de una palabra.
Yo siempre fui rico y espero seguir siéndolo hasta el final de mis días. Se lo debo a mis padres. No porque me legaran una fortuna en metálico o en inversiones, en propiedades o bitcoins. Nací rico por el solo hecho de ser hijo de quienes lo soy. La dignidad, la decencia, la honradez, el sentido común, la integridad, el respeto humano, la humildad, la ternura, el amor, la dedicación y entrega por los demás, su vida y memoria; ¡ésa fue mi herencia! Lo más lindo que pudo haberme pasado es que la pude gozar y apreciar durante la vida de ellos. Mis padres no fueron perfectos ¡ni falta que les hizo! Fueron excelentes padres, lo más a lo que podemos aspirar los humanos. No sé, ni me importa, si mis padres fueron los mejores del mundo: fueron los míos. Los que me criaron y me crecieron, los que me educaron y corrigieron; los que me enseñaron con su ejemplo; quienes proveyeron mi sustento y bienestar; los que a sus hijos cuidaron, atendieron y amaron sin reclamos ni exigencias de cobro por hacerlo.
Con ocasión del recién pasado “Día del Padre”, uno de los mensajes que circularon en redes sociales ponía una foto que mostraba a un padre llevando de la mano a su hijito, ambos de espaldas, mientras caminan por un sendero irregular y pedregoso con la siguiente leyenda “- Ten cuidado por donde caminas, le dijo el padre a su hijo. A lo que el hijo le respondió: - Ten cuidado tú, recuerda que yo sigo tus pasos”. Totalmente cierto. Aprenden más por lo que ven que por lo que oyen. A ese procedimiento de modificación de la conducta, en psicología, le llamamos modelamiento.
Lo dijo mejor uno de mis más buenos compañeros, hermano lejano y colega de profesión: “Me acuerdo cuando, para mí, esta canción hablaba de mi padre (“Viejo, mi querido viejo” de Piero). Ahora es como mis hijos me ven a mí. Ser padre ha sido mi tarea más importante en mi vida. Si por los resultados he de ser juzgado, puedo decir que lo hice bien”. Me encantó el mensaje porque denota no solo el amor y satisfacción que él siente por sus hijos y la tarea realizada, sino que les envía un claro mensaje: son buenos hijos y fuente de orgullo para él. Más que suficiente.
Por él y por muchas otras buenas personas que he amado y conocido durante mi vida es que afirmo sin vergüenza que soy rico. En abundancia. La bendición más grande que podemos tener en esta vida es el contacto con personas de bien. Además del ejemplo, lo mejor que puede un padre legar a sus hijos es una trayectoria limpia de la cual se puedan sentir orgullosos siempre. Mi padre goza de la paz del Señor desde hace más de dos décadas. No ha habido día que no lo haya extrañado desde entonces. Su integridad, su brillo, su estatura profesional se me engrandecen tanto más cuanto maltratadas son la justicia, las leyes y la decencia en nuestro país.

Psicólogo/psicastrillo@gmail.com