Este memorable día, lunes 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos, honramos la memoria de quienes se nos adelantaron en el tránsito de esta vida terrenal y ya gozan de la paz de Dios allá en la Gloria celestial.
Lo conmemoramos visitando las tumbas de nuestros seres queridos, en el cementerio.
Con respecto a la palabra “fúnebre”, que tiene relación con este día, el diccionario “Origen de las palabras estrafalarias”, del lingüista español, doctor José Calles Vales, Editorial LISBA, Madrid, España, 2002, refiere lo siguiente: “El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) afirma que lo estrafalario es lo extravagante, y lo extravagante es lo raro, extraño, desacostumbrado, excesivamente peculiar y original”.
“Y cabe preguntarse -dice el doctor Vales en su libro-: ¿Hay o puede haber palabras raras o extrañas? Ciertamente las hay. Y pueden considerarse palabras raras o peculiares por varias razones. La primera de ellas atañe exclusivamente a su forma física, ya sea en la grafía, ya en la pronunciación”.
“Por ejemplo -continúa- la voz ‘ajonjolí, es un vocablo verdaderamente extraño, tanto en la disposición de las letras que la forman, como en la manifestación oral. Otro criterio para descubrir palabras estrafalarias es el que atiende a sus orígenes y a su historia. Hay voces que comenzaron designando un objeto o una acción, pero con el tiempo han acabado significando objetos y acciones completamente distintos”.
“Hay otras voces que por su evocador sonido o por la dulzura que transmiten, son dignas de encontrarse en un compendio de estas características, como ‘mariposa’ o ‘pérgola’ o ‘jazmín’”. Pues bien, con respecto a la palabra ‘fúnebre’, que tiene relación con el Día de los Fieles Difuntos, el Diccionario del doctor Calles Vales, dice lo siguiente:
“Las ceremonias fúnebres, los enterramientos y los funerales se llaman en latín ‘funus’. -’eris’. De aquí se formó el adjetivo ‘funerales’ (perteneciente o relativo a los ritos funerarios). Los poetas barrocos, que tendían a introducir vocablos latinos o expresiones latinizantes en sus obras, fueron los primeros en emplear la voz ‘funeral’; todos los derivados y compuestos son cultísimos elaborados a partir de ‘funus’: fúnebre (por primera vez en Quevedo) funesto, funerario, etc. Las exequias en Roma tenían un carácter especial y representaban el recuerdo familiar, y se desarrollaban a partir de la importancia de la familia en su cultura”.
“Los cadáveres podían ser enterrados o incinerados; si se optaba por la pira funeraria era necesario amputar un miembro del cuerpo para que fuera inhumado. Las cenizas se depositaban en subterráneos o galerías donde estaban excavados los pequeños nichos; estas galerías se llamaban ‘columbariae’ (palomares), por la semejanza que tenían con los habitáculos destinados a las palomas (‘columbae’)”.
“Los más adinerados exponían a su difunto durante varios días, y le colocaban una máscara en el rostro. Estas máscaras se utilizaban después en ceremonias fúnebres posteriores, y las portaban los vivos para recordar a los muertos. Se contrataban plañideras que lloraban a sueldo. La expresión A LA FUNERALA se ha explicado tradicionalmente aludiendo a la forma en que los soldados llevan los fusiles en las ceremonias fúnebres: con la culata hacia arriba y el cañón hacia el suelo”. Finalmente, el doctor Calles Vales dice: “Lo cual explicaría, en parte, la secuencia TENER EL OJO A LA FUNERALA, esto es con el párpado caído hacia abajo. Sin embargo, la explicación más convincente es la que alude al color violáceo o negro (suele proferirse la expresión cuando alguien tiene el ojo morado por un golpe), colores purpúreo o negro, que se utilizan en los funerales y, particularmente, los días de Jueves y Viernes Santo, cuando se conmemoran las exequias de Jesucristo”.
Que descansen en santa paz, pues, nuestros deudos -parientes o amigos- que ya partieron hacia la Eternidad. Y rezamos por sus almas, principalmente hoy, Día de los Fieles Difuntos. Así sea.
Maestro, sicólogo, gramático.