La marcha del 8M, un espacio sagrado

Cada 8 de marzo a nivel mundial cientos de miles de mujeres marchamos en las principales ciudades del planeta, alzando la voz para exigir el cumplimiento de nuestros derechos, pedir justicia para las víctimas de feminicidio y desaparición y para encontrarnos en un abrazo colectivo, es un espacio nuestro, un espacio seguro, un espacio sagrado.

Durante toda nuestra vida para nosotras las mujeres nos es muy complicado caminar de manera segura por la calle no importando la hora y más en ciudades de América Latina, tenemos que limitarnos como debemos vestirnos porque lastimosamente muchos hombres no pueden ver a una mujer con minifalda, vestido corto o escote porque inmediatamente irrespetan y llegan hasta a tocarnos, más si viajamos en transporte colectivo.

El acoso en la calle, en el transporte público, en todo sitio es una realidad para nosotras, aunque andemos en grupo y queramos ir con nuestras amigas por unas cervezas y comer boquitas a unos sitios, en grupo, aun así sufrimos acoso.

He conversado con mujeres de todas las edades de sus experiencias de acoso callejero y es increíble saber que no importa la ropa con la que anden, la edad, la condición física, todas hemos sufrido este tipo de acciones que son vulgares, maleducadas y que rayan en acciones delictivas en algunos casos cuando ya llegan a tocamientos o cuando son sistemáticos.

Las experiencias en el transporte público son impresionantes. Muchas mujeres debemos trasladarnos así por razones económicas y otras razones. Tener un transporte seguro es una deuda que el Estado tiene con las mujeres en este país.

Los espacios públicos seguros para nosotras debe ser una prioridad también, lugares donde podamos ir sin que seamos acosadas y violentadas, esto debe ser además de trabajo de gobierno central, parte del trabajo de los gobiernos locales y es más, de la nueva dirección de obras municipales que tiene por mandato realizar las obras en los territorios.

Por eso y otras razones en importante para nosotras, tomarnos las calles, salir a marchar con la ropa que queramos, maquillarnos o no, ponernos tacones, tenis, botas, sombreros, pero más allá de la ropa lo que queremos es ser libres y caminar juntas sin el miedo que vivimos a diario en las calles.

En la pasada marcha a la que acudimos cientos de mujeres, de todas las edades, de muchos lugares del país, de diferentes colectivos, grupos, organizaciones, llegamos con la certeza que durante la actividad podíamos manifestarnos de manera segura y además expresar por medio del arte y la cultura nuestras demandas y exigencias, expresar nuestra rabia.

Nos identifican colores, banderas, símbolos, grupos, consignas, música, el 8 de marzo es un día nuestro dónde lo que pedimos es que se tomen compromisos para garantizar nuestros derechos, proteger a las mujeres que se encuentran en situación de vulnerabilidad y que además dejen de vulnerarlos de manera personal, colectiva e institucional.

La marcha de este año se desarrollo de manera tranquila, sin presencia policial, sin hechos violentos, solamente hubo un incidente con un conductor que quería atropellar a un grupo de compañeras, sin embargo, gracias a que todas rodearon el vehículo y lo obligaron a retroceder, después de esto podemos evaluar muy bien el desarrollo de una de las actividades más importantes para el movimiento feminista en el país y en el mundo.

Reivindicamos nuevamente nuestro derecho a expresarnos como deseemos, a caminar con nuestras amigas, hermanas, hijas, caminar por las calles que son nuestras y que deben ser para que cada una de nosotras podamos caminar sin miedo. Por eso y más razones para nosotras el 8M es un lugar seguro, un espacio sagrado.

Abogada, defensora de derechos humanos.