OPINIÓN | La vuelta de cara de ARENA

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Manuel Hinds / Foto Por Archivo

Por Manuel Hinds

2020-08-06 6:42:05

A principios de esta semana, ARENA dio sus votos para que se aprobara un crédito de $250 millones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), abriendo la puerta no sólo para aumentar la ya excesiva deuda del país sino contribuyendo para que se termine de erosionar la ya destruida capacidad institucional de auditar los gastos del gobierno. Con la aprobación de esta operación, ARENA mostró públicamente su idea de lo que es una política fiscal: conseguir dinero de donde venga sin importar que los fondos se desperdicien y que se gasten de maneras que no puedan certificarse. Este es el mismo comportamiento de la gente que revienta sus tarjetas de crédito.

El dinero, que será depositado en las arcas nacionales inmediatamente, y podrá ser gastado como le de la gana al gobierno, servirá, supuestamente, para darles fondos a las alcaldías ($75 millones), para reactivar la economía ($18 millones), para el así llamado Hospital El Salvador ($30 millones), para pagar la contrapartida a las donaciones del Fomilenio ($55 millones), para fomentar la producción agrícola ($40 millones) y para los veteranos de la guerra ($12 millones). De estos rubros, solo el correspondiente al Fomilenio está sujeto a una auditoría aceptable porque está sujeta a la inspección de agencias del gobierno federal de Estados Unidos. Todos los demás son conceptos vagos. Es claro que estos dineros se irán dentro del agujero negro al que han ido los gastos de este gobierno.

Pero el peor e inaceptable de los efectos de esta operación es la condonación de la práctica que este gobierno ha instaurado de no dar cuentas por el uso de los fondos, algo que se ha vuelto obvio para todos los que viven en el país, excepto, al parecer, para los funcionarios residentes del BID que al aprobar un préstamo a un gobierno que se niega a dar estas cuentas están contraviniendo las más fundamentales de las reglas que rigen las instituciones multilaterales de crédito: las que tratan de asegurar que los fondos proporcionados por ellas se usen para el beneficio del pueblo y no para el beneficio de propósitos escondidos en cuentas no bien dadas.

La situación fiscal del país es tan grave, con un gobierno gastando desaforadamente en cosas que no tienen prioridad excepto para el partido oficial, que la oposición había formado una coalición para evitar el uso de fondos nacionales para promover los objetivos de política partidarista del gobierno. ARENA había sido de los partidos que habían propuesto esta coalición. Al aprobar esta operación, ARENA la traicionó, asestando un golpe terrible a la defensa de las instituciones democráticas del país, de la que la rendición de cuentas es una parte esencial.

Todas estas consideraciones, todas negativas al préstamo, vuelven muy difícil de explicar la vuelta de cara de ARENA a menos que uno recuerde que la operación incluye $75 millones para las alcaldías, dinero que llegará en gran medida al partido que controla el mayor número de ellas, ARENA misma.

Esto es lo que ha recordado en este momento todo el pueblo, que también ha entendido que ARENA ha abandonado toda posición en términos de valores y que quizás ya ni entienda lo que éstos significan, para volcarse totalmente a donde está el dinero inmediato sin importarle si al hacerlo está traicionando al electorado que en algún momento lo apoyó y a los otros partidos que están defendiendo la democracia en el país ante la peor amenaza en su historia.

Quizás es bueno que esto haya pasado, porque muestra en lo que ARENA se ha convertido. Cuando una institución pierde sus valores, pierde su vida. Sin valores, ARENA no representa ninguna alternativa a este gobierno, excepto distintas caras para las mismas acciones. La ciudadanía que busca hacer un cambio radical en donde se necesita, en los valores mismos, y en la sustitución de intereses personales por intereses nacionales, debe tornarse hacia otros partidos políticos, o crear unos nuevos, fortaleciendo movimientos ciudadanos que unidos formen una real defensa a la existencia de una autentica institucionalidad. Es indispensable abrir un nuevo espacio para la crítica y hacer reaccionar a los que están tranquilos solo hablando y vociferando en esta situación que requiere un enfoque frío y racional. Es la hora de unir a todos los que creemos en la democracia.

Máster en Economía Northwestern University