Los periódicos del 2 de enero reportan los sucesos del último día del 2019, que lamentablemente no son “que el año viejo nos dejó una chiva, una burra negra, una yegua blanca y una buena suegra”. En el Centro Histórico de San Salvador, la alcaldía recogió más de 450 toneladas de basura, con 17 camiones compactadores, dos retroexcavadoras, dos camiones de volteo, cuatro dámper, cinco camiones de transporte y una barredora mecanizada. Triste ejemplo de incultura, que tiene un fuerte costo económico. Urge una seria campaña sobre el manejo de la basura.
Más triste aún saber que entre el 24 y 31 de diciembre 47 niños y 53 adultos resultaron quemados por pólvora, que la PNC había decomisado casi 125 mil piezas de producto ilegal, a pesar de que el Cuerpo de Bomberos advirtió con anticipación, que ni las alcaldías acataban la ley, y autorizaban puesto de venta de pólvora que no reunían las condiciones de seguridad. Hace unos años, un alcalde de Santa Ana ofreció que no se volvería a autorizar puestos de pólvora frente a las ruinas de la antigua Escuela de Artes y Oficios, una de las joyas de la ciudad, en espera de ser reconstruida. Pero pareciera que todavía este fin de año, los puestos de pólvora se autorizaron frente al que muchos llaman el Partenón Santaneco. ¿Será que la pólvora vencerá al tiempo y lo destruirá?
Los accidentes de tránsito no son noticia del fin de año, porque ebriedad, velocidad excesiva, sin licencia y vehículos en malas condiciones, ocurre durante todo el año. Pero en las carreteras, el transporte de pasajeros en pick ups, autorizado por la Asamblea Legislativa se agudiza en las temporadas de vacaciones. Pequeños pick ups, abarrotados de personas regresando de las playas, todas de pie, algunos en traje de baño, otros en evidente estado de ebriedad, llenos de arena, malamente apoyados en las barras que suponen la única seguridad, y que se balancean ante los paros repentinos del motorista. Niños pequeños y bebés, amontonados y haciendo equilibrio para mantener una dudosa estabilidad. Y aunque abundaban los retenes, ninguna autoridad detiene a esos peligros rodantes, que atentan contra la vida de sus pasajeros, para verificar si el motorista tiene licencia, no está ebrio y cuántas personas puede legalmente transportar. ¿Cuánto tiempo más durará la autorización para que circulen?
El Lic. Daniel Olmedo titula una interesante columna “Tributos eternamente provisionales” al poner en evidencia que desde el 23 de noviembre de 2007, la Asamblea Legislativa aprobó la “Ley TRANSITORIA para la Estabilización de las Tarifas del Servicio Público de Transporte Colectivo de Pasajeros” que nos obliga a pagar un tributo de $0.10 por galón de gasolina, para el subsidio a los buseros. Pero lo indignante del caso, es que esa ley TRANSITORIA, se ha prorrogado durante 12 años, siendo la última prórroga del 23 de diciembre de 2019 hasta el 30 de junio del 2020. Y cita la frase de Friedman: “No hay nada más permanente que un programa provisional del gobierno.” Y nos recuerda que en noviembre 2020 terminan otros tributos TEMPORALES: las contribuciones especiales para financiar la seguridad, que estarían vigentes solo por cinco años, según dijeron en 2015.
El consejo del Papa Francisco es un rayo de luz y esperanza para este año: “La Sagrada Familia, Jesús José y María rezaba, trabajaba y se comunicaba entre ellos. ¿En tu familia sabes comunicarte o eres como esos niños que, cada uno con su móvil, están chateando sentados a la mesa? En esa mesa hay un silencio como si estuvieran en Misa.. debemos reanudar la comunicación en la familia”.
Maestra.