Ministra, no nos apresuremos

En los sistemas de salud o medicina preventiva existe un principio básico que hay que tomar en cuenta: lo que no se logre prevenir tendrá que curarse posteriormente

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Por quinta vez, el juez de Instrucción de San Francisco Gotera fue impedido de entrar a una unidad militar, en esta ocasión la Tercera Brigada de Infantería. Foto EDH/ Iliana Ávila

Por Ricardo Bracamonte

2020-10-28 10:07:47

Convocar a niños y jóvenes a los centros escolares plantea un reto nacional de altísimas proporciones que rebasa la capacidad organizativa de un ministerio. Vendría a ser la prueba de fuego de una sociedad que lanza su futuro al infierno de la contaminación (perdonen el dramatismo) del COVID 19 y de muchas otras enfermedades infecciosas, sin tener, al menos, las condiciones mínimas para salvarse.
Es un reto para todas las fuerzas vivas del país. Para todos los líderes comunales, para todas las agrupaciones, de cualquier índole, que existan en cada cantón, en cada pueblo, en cada ciudad. Salud y Educación deben darse cuenta de la gigantesca responsabilidad que se están echando encima; pero también cada grupo social debe darse cuenta de su propio compromiso. Es cierto que en la gran mayoría de hogares hay necesidad de enviar los niños y jóvenes a la escuela porque los padres tienen que ir a trabajar o porque ya no soportan el estrés del encierro; pero la sociedad entera debe despertar y darse cuenta de lo trascendental de este paso.
Estamos hablando de una cruzada nacional de la prevención que supera la dotación de un kit de mascarillas y alcohol gel para cada maestro y para cada estudiante. Incluso, conocemos todas las medidas y muy pronto aparecerán las vacunas; pero hay que ir más allá. Se trata de revisar y tomar medidas desde que el niño sale de su hogar, de su traslado a la escuela, de la llegada a la misma, de su permanencia en ella y de su regreso. Esto es más grande que una orden dada desde la televisión. Las redes de los ministerios de Salud y Educación deben enfocarse en empoderar a la comunidad y trabajar con ella, de lo que se requiere para enviar a sus hijos a un lugar que puede ser un foco de infección. No puede ser que después de estarlos cuidando durante más de ocho meses, los lancemos irresponsablemente a un lugar cuyas características cada padre de familia conoce.
La pestilencia de los inodoros de muchos centros educativos, la insalubridad en los comedores improvisados donde se elabora el refrigerio de los estudiantes, la suciedad de las bodegas donde se resguardan los alimentos, la limpieza a medias que se hace en los corredores y en las aulas, el hacinamiento en espacios estrechos de muchas escuelas, la ausencia de agua potable, constituyen focos de infección. Todos nos hemos acostumbrado a esa mediocridad del servicio educativo que se brinda. Una cultura de “hacerse del ojo pacho” para que todo siga igual.
En los sistemas de salud o medicina preventiva existe un principio básico que hay que tomar en cuenta: lo que no se logre prevenir tendrá que curarse posteriormente y puede significar una tercera ola de infección nacional. Por tanto, no se vale pensar en una respuesta para mientras. De esos remiendos ya estamos cansados.
Esa cruzada nacional de la prevención debe involucrar de manera seria y responsable a la empresa privada (FUNDEMAS ha lanzado recientemente una enorme campaña de sostenibilidad y sustentabilidad orientada a salir de la crisis a nivel nacional), a los organismos internacionales, embajadas, organizaciones no gubernamentales, fundaciones por la educación, medios de comunicación social, a todos los órganos del gobierno salvadoreño, en coordinación con las comunidades educativas de cada municipio, de cada barrio. Es indispensable y urgente esta sólida integración que nos libre de lanzar el futuro del país al despeñadero.
El sesgo irracional de las campañas electorales suele, con alguna frecuencia, trastrocar las bien intencionadas propuestas de algunos políticos.

Profesor, Licenciado en Letras y Maestría en Política y Evaluación educativa